Algo que vale la pena leer: El soldado que nunca se rindió

En la isla de Guam situada en el Pacífico Occidental, durante casi 30 años vivió aislado en una cueva de la jungla, un sargento japonés de la Segunda Guerra Mundial que nunca se rindió.

Shoichi Yokoi, nació en 1915 en la ciudad de Nagoya, en el centro de Japón. Fue aprendiz de sastre, y en 1941 al cumplir 26 años, ingresó al ejército. Enviado a Guam para 1944, le tocaría pelear contra los estadounidenses en una batalla en la que su regimiento quedó casi exterminado; sobrevivieron apenas 10 soldados, de los cuales 3 incluyendo a Yokoi, se internaron en lo profundo de la isla cumpliendo la orden de nunca dejarse atrapar vivos y no rendirse jamás, dispersándose en áreas diferentes y manteniendo comunicación entre ellos.

Yokoi cavó su propia cueva de la que sólo salía por las noches para cazar, encendía fuego usando el cristal de una vieja linterna y hervía agua para beber; incluso, comenzó a fabricarse su propia ropa y calzado con fibras naturales aprovechando sus habilidades como sastre. Se procuraba lo necesario para vivir en espera de que la armada japonesa regresara algún día por él. Pero pasaron 27 años y Yokoi seguía sin saber que la guerra había terminado. En todo ese tiempo, de los tres sobrevivientes sólo quedó él, puesto que desde 1964 sus otros dos compañeros ya habían muerto en una inundación.

Desde 1955 el gobierno japonés había oficializado su muerte y su madre encargó una lápida a dónde acudir a rezar. Casi llegando la noche de un 24 de enero de 1972, Yokoi se topó con dos pescadores de camarones, quienes finalmente lo sometieron y llevaron a la civilización, donde contó su extraordinaria historia de sobrevivencia y honor. Regresó a Japón declarando: «Es con un poco vergonzoso, pero he vuelto», y se convirtió en una celebridad de la vida austera haciendo documentales para televisión,  y escribiendo el libro de sus memorias: “Private Yokoi’s War and Life on Guam, 1944-1972”, editorial Global Oriental, edición en inglés. Vivió de una pensión por sueldos no cobrados y falleció en 1997 de un ataque al corazón a los 82 años. Fue sepultado bajó la lápida que su madre había encargado para él.

Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.