Aquí en confianza

El castigo a los del norte

Para colocarnos en contexto, imaginemos a un jefe o jefa de familia que – pese a desempeñar su trabajo de manera adecuada y conducirse con total responsabilidad – inexplicablemente cada vez recibe menos ingresos con motivo de su labor; los cuales, por cierto,  le resultan indispensables para satisfacer las necesidades básicas de los suyos. Así, en el ejemplo propuesto, el padre o madre encargados del sustento familiar  se verían en graves dificultades para cumplir a cabalidad con los planes y propósitos que se hubieren planteado. Si al antes referido escenario sumamos la llegada de una enfermedad sorpresiva que trae consigo un significativo aumento en el gasto, las condiciones al interior de ese núcleo empezarían a ser insostenibles. 

En mayo del 2017, el entonces candidato a la gubernatura de Coahuila sostuvo una reunión con diputados y diputadas integrantes de las comisiones de presupuesto e infraestructura de la Cámara de Diputados. Ahí, por primera vez en la historia, un aspirante a dirigir los destinos de este pedazo de patria presentó un proyecto de inversión pública para los siguientes seis años. El mencionado documento– según lo afirmó el hoy mandatario – derivó de sus recorridos por los treinta y ocho municipios de la entidad y se confeccionó en base a un serio diagnóstico sobre las necesidades de cada región y las  posibilidades reales en cuanto a la obtención de recursos. 

Nadie podía avizorar lo que se venía; el Gobierno de la República decidió disminuir como nunca antes el llamado gasto federalizado y con ello, impactar negativamente a los estados. Ya de por sí, siendo Coahuila una de las entidades que más aporta al PIB y el retorno de los dineros no resulta ni lejanamente equitativo, habrá que agregar a la ecuación la terrible caída de los ingresos provenientes de la federación, misma que afecta principalmente a los territorios norteños. 

Trataré de explicarme. 

A través de las participaciones y aportaciones federales se financia la prestación de los servicios públicos a nivel local. Las aportaciones se distinguen de las participaciones, en que aquellas son trasferencias etiquetadas con un fin y uso específico (salud, educación, seguridad, etc.) mientras que las segundas son capitales de uso libre. Luego, a menor inyección de recursos para los gobiernos locales, menos servicios y obras habrá en beneficio de la población. 

De acuerdo a cifras dadas a conocer por la SHCP, entre enero de 2019 y julio del presente año, el gasto federalizado promedió una caída anual sin precedentes. Si se realiza un comparativo con las cuatro administraciones anteriores en igual período (es decir, los primeros 31 meses de cada gestión), resulta que el actual régimen es el único que presenta un balance negativo en este indicador. 

Antes de que alguien plantee la idea de que este improvisado columnista sea quemado en leña verde, permítanme trascribir algunos datos oficiales: con Enrique Peña se registró un crecimiento a tasa anual real del 4.7 por ciento en el rubro de marras; en la gestión de Felipe Calderón, de 5.4 por ciento; con Vicente Fox, de 7.3 por ciento y bajo el mandato de Ernesto Zedillo, el gasto federalizado se incrementó 1.9 por ciento. Dicho de otra forma, ni ante el colapso económico que significó el “error de diciembre” en 1995, se verificó el desplome en las transferencias federales como esta sucediendo ahora mismo.   

Aquí en confianza, mientras que los dineros públicos se concentran en el rescate de PEMEX, las obras emblemáticas (aeropuerto, tren y refinería), los programas sociales y el fortalecimiento de las entidades del sureste mexicano, los recursos para el resto de los estados llegan a cuenta gotas; no solo eso, la poda presupuestal llegó para quedarse y lo hizo en el peor momento. Un botón basta de muestra: según lo manifestado por el Gobernador coahuilense, la caída en ingresos provenientes de la federación durante el 2020 y lo que va del 2021 ronda los 6 mil millones de pesos. Frente al injustificado recorte, la entidad ha tenido que enfrentar la carga en materia sanitaria con motivo de la pandemia, aplicando un gasto superior a los mil 500 millones de pesos, sumados a los 300 millones destinados a la rehabilitación de los espacios educativos para el regreso a clases presenciales y los más de mil millones de pesos empelados para respaldar la reactivación económica.

No en vano la organización México Avalúa concluyó en un estudio elaborado con respecto a la caída del gasto federalizado: “la calidad de vida de la población ha recibido un golpe de magnitud inédita y los que deben contrarrestarlo de manera directa (estados) se debilitarán aun mas el próximo año”. Seguramente, desde el estrado mañanero pronto se anunciarán “otros datos”; por vía de mientras, el castigo a los del norte parece no tener fin. Ahí se los dejo para la reflexión.