Aquí en confianza

Niñas a la venta; simplemente, sin palabras

Angélica sabía bien lo que le esperaba cuando decidió salir huyendo del lugar en el que un hombre había intentado abusar sexualmente de ella en cuatro ocasiones. Temerosa, la niña de escasos quince años de edad, buscó refugio en la humilde casa de su tía, construida con ladrillos de lodo y estiércol. Más tarde, hasta ese sitio llegó un pequeño grupo de policías comunitarios; para ellos, la falta cometida era grave y la menor debía recibir una sanción ejemplar. Quien antes pensaba únicamente en juegos infantiles,  tuvo la osadía de escapar del que la mantenía cautiva; él se sentía con derecho para ello, pues había pagado poco más de cien mil pesos para que Angélica se casara con su hijo, aunque – poco tiempo después – este emigró a los Estados Unidos ante la falta de oportunidades laborales. La dramática detención no solo alcanzó a la niña considerada por la autoridad de la comunidad como una verdadera fugitiva; su tía de setenta años y tres de sus hermanas, una de ocho años y dos de seis, también fueron privadas de su libertad en una improvisada cárcel al tiempo que se les advirtió que no serían liberadas hasta en tanto su familia pusiera a disposición la cantidad de doscientos diez mil pesos (el doble de lo que se había pagado por la “adquisición”). Angélica y sus hermanas permanecieron retenidas durante once días; antes, los policías habían dejado ir a la tía. 

Tal vez, lo ocurrido no hubiera llegado al conocimiento público de no ser por una tragedia adicional que envolvió al ya de por sí deplorable suceso. 

Concepción, madre de las menores encarceladas acudió a la comisaría para llevar alimentos a sus hijas; por alguna razón, se desató una discusión entre ella y uno de los custodios, quien la golpeó salvajemente hasta causarle una profusa hemorragia. El aborto fue inevitable, la afligida señora estaba embarazada de trillizos.

Lo antes narrado no es una película de terror ubicada en el medioevo. Esta dramática historia se produjo en la montaña de Guerrero, apenas hace unos pocos días. Lamentablemente, la venta de niñas con fines de matrimonio forzado es una realidad en no pocas comunidades mexicanas.

De los casi 2500 municipios que conforman nuestro país, 620 son indígenas, mientras 420 de ellos se rigen por usos y costumbres reconocidas por el texto constitucional. 

Si bien, no existen datos oficiales sobre la cifra de niñas o adolecentes que son objeto de operaciones de compraventa debido a que en la mayoría de los caso la referida práctica no es denunciada, además de que las uniones derivadas de tales contratos no son inscritas ante el Registro Civil, el INSAD ha llegado a la conclusión de que  – en México – por lo menos una de cada veinte niñas ha estado casada o unida en concubinato, principalmente de manera obligada. Como si lo anterior fuera poco, tan solo en el estado de Guerrero, más de 3 mil niñas y adolecentes entre los 9 y los 17 años, dieron a luz en el año 2020; muchos de esos embarazos se dieron en el contexto de uniones forzadas. 

Las operaciones comerciales van desde los 40 mil hasta los 180 mil pesos. El precio depende de la edad (entre más jóvenes más caras), las habilidades, la belleza, la virginidad y hasta el hecho de no haber presentado su primera menstruación. Una vez “compradas”, las niñas se convierten en una suerte de esclavas para las tareas domesticas o agrícolas; incluso, algunas deben satisfacer las necesidades del suegro porque este pagó por ellas. 

Aquí en confianza, el Presidente de las y los mexicanos; el mismo que en abril del 2019, en el marco del día de la niñez,  afirmó que las niñas y los niños serían atendidos con privilegio durante su gobierno; el mandatario que autodenominó el más feminista de la historia, minimizó lo sucedido en Guerrero. En su reciente visita a esa entidad acusó de ignorantes a un par de reporteras que indagaban sobre los hechos. “toda la campaña que se genera por que no conocen las comunidades ni conocen la cultura de los pueblos … me preguntaron que si venía a ver lo de la venta de las niñas; no, no vengo a eso”, respondió el gobernante enfático y visiblemente molesto, para luego rematar diciendo: “eso (la venta de niñas) no puede ser la regla, eso puede ser la excepción … pero no es motivo para cuestionar a nadie”. 

Como siempre, usted – amable y única lectora – tendrá la mejor opinión sobre lo expresado por el principal inquilino de Palacio Nacional. Yo, simplemente me quedé sin palabras. Ahí se los dejo para la reflexión.