Aquí en confianza

Canción para Nicaragua; más urgente que nunca 

“Se ha prendido la hierba dentro del continente, las fronteras se besan y se ponen ardientes. Me recuerdo de un hombre que por esto moría y viviendo este día como espectro en el monte, jubiloso reía”. De esta manera, el de San Antonio de los Baños y poseedor de todas las musas habidas y por haber, Silvio Rodríguez Domínguez, celebraba el derrocamiento del dictador Anastasio Somoza Debayle y de la dinastía familiar que había gobernado durante décadas a la nación centroamericana que vio nacer al máximo representante del modernismo literario, Rubén Darío. La pieza fue titulada Canción urgente para Nicaragua y se incluyó en el álbum Unicornio, grabado en la Habana en 1982 y lanzado al público ese mismo año. El espectro al que se refirió en su tema el cubano universal es Augusto Cesar Sandino, a quien el trovador comparó con Bolívar y Ernesto “El Che” Guevara, “porque el mismo camino, caminaron los tres. Esos tres caminantes con idéntica suerte, ya se han hecho gigantes, ya burlaron la muerte”. 

El Frente Sandinista de Liberación Nacional fue fundado originalmente como una organización político – militar de izquierda y recogió el legado nacionalista de Sandino, quien dirigió la resistencia nicaragüense contra la ocupación de los Estados Unidos entre 1927 y 1933. El patriota revolucionario fue traicionado y ultimado por ordenes de Anastasio Somoza García a quien el llamado “General de hombres libres” había puesto a cargo de la Guardia Nacional, creada poco antes de la salida de las tropas norteamericanas. 

Tras una larga lucha, en 1979 cayó el régimen de los Somoza y se estableció un gobierno que impulsó una profunda reforma agraria, un ambicioso plan de alfabetización y una serie de intensas acciones encaminadas a la mejora de los servicios públicos, principalmente en materia de salud. Una vez convertido en partido político, el FSLN participó en las elecciones libres organizadas en aquel país; sin embargo, en febrero de 1990 perdió los comicios. Después de fungir como oposición durante 16 años, el referido frente se alzó nuevamente con la victoria en el año 2006, teniendo como candidato a Daniel Ortega quien ya había dirigido los destinos de Nicaragua, de 1985 a 1990. Así, Ortega asumió la presidencia nuevamente en enero de 2007 y ha sido reelecto en tres ocasiones más: 2011, 2016 y recientemente en 2021, acompañado por segunda ocasión de su esposa Rosario Murillo como vicepresidenta. 

Pese a su popularidad, Ortega es acusado por la comunidad internacional de terribles violaciones a los Derechos Humanos, además de la presunta celebración de elecciones fraudulentas (por decir lo menos). La oposición de aquel país fue aniquilada; según el Secretario de Estado de la Unión Americana, el actual régimen nicaragüense mantiene en condiciones infrahumanas a más de 170 presos políticos. Las muertes de manifestantes se suman por cientos; otros más se registran en calidad de desaparecidos o se encuentran en el exilio. Los demás poderes y órganos muestran obediencia ciega al mandatario y su familia. La mayoría de los medios de comunicación tradicionales son controlados por el gobierno; los que no, son víctimas de represión y censura, al grado que sus activos son confiscados o sufren el cierre definitivo de operaciones por ordenes oficiales. Aún así, el líder sandinista y su esposa obtuvieron una aplastante mayoría en la reciente jornada comicial y apenas el lunes pasado rindieron protesta por los próximos cinco años.  

Aquí en confianza, la realidad en Nicaragua refleja sin tapujos lo que puede suceder cuando la ambición del poder absoluto se coloca por encima de los ideales trasformadores. El pueblo nicaragüense logró liberarse de una tiranía solo para ver como los protagonistas de su revolución instalaban otra. Hay quienes ahora se preguntan, ¿cómo se libera una nación de sus libertadores? La respuesta parece no ser sencilla; no en América Latina.

Los versos del gran Silvio fueron coreados por miles en aquel Concierto por la Paz en  Centroamérica, realizado en el año 1983; encuentro musical que a la postre fue conocido como el inolvidable abril en Managua. Tras 25 años de ausencia, el principal exponente de la todavía nueva trova cubana volvió a Nicaragua; después de casi dos horas de concierto y una vez que abandonó el escenario, la gradería gritaba “¡urgente!, ¡urgente!, ¡urgente!”, pidiéndole al cantautor aquella canción que los había hecho vibrar años atrás. Dicen que Rodríguez se bajó del automóvil que lo llevaría al hotel y regresó a donde lo aguardaba el público; trató de entender la palabra que la gente repetía incesantemente y supo bien lo que aquella multitud le solicitaba a una sola voz; entonces, tomó su guitarra, se acercó al micrófono y sentenció; “es que las realidades han cambiado”; luego interpretó otro tema. 

Canción urgente para Nicaragua no se ha vuelto a escuchar por aquellos lares, al menos no en la voz de su autor.