Aquí en confianza: El adiós a las energías renovables

Cantaba a todo pulmón Jay de la Cueva, fundador, interprete y líder de Moderatto, agrupación que parodia a las grandes bandas ochenteras identificadas con el Glam Rock: “¡Sí, ya lo veía venir…”

 

Todo empezó a finales del pasado mes de marzo, cuando en plena contingencia sanitaria por el bicho de moda, el principal inquilino de Palacio Nacional se encontraba de gira en el fronterizo estado de Baja California. Ahí, el original de Macuspana tuvo a bien detener su marcha para hacer un video en el que criticó ácidamente la instalación de aerogeneradores en el parque eólico que se ubica en la zona de la Rumorosa. Al respecto, el mandatario declaró que los “ventiladores” (así los llamó) afeaban el paisaje natural, al tiempo que sentenció: “nunca más permisos para afectar el medio ambiente; para la contaminación visual. Hay que respetar a la naturaleza, ésta es patrimonio de la humanidad”.

 

Como era de esperarse el comentario del gobernante encendió las redes sociales y sirvió de catalizador para alimentar la polarización de posturas y el encono. Un nuevo conflicto se ponía en ciernes y venía a sumarse a los que ya padecemos en este bendito país. Sorpresivamente, en el centro del debate nacional se colocó a las energías limpias y su permanente lucha en contra de aquellas que se obtienen principalmente a través de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo o el gas natural.

 

Con aquel pronunciamiento presidencial se marcaba el futuro para las energías renovables en México.  “Alea Iacta Est” (la suerte está echada), habría dicho Julio César al cruzar con sus legiones el río Rubicón, para convertirse así en enemigo de la República Romana.

 

Como si el horno estuviera para bollos, el pasado viernes se publicó en el DOF el “Acuerdo por el que se emite la política de confiabilidad, seguridad, continuidad y calidad en el sistema eléctrico nacional” y aunque del larguísimo nombre se antoja un contenido positivo, en realidad – gracias al documento de marras – se suspenden por tiempo indefinido los proyectos de generación de energía renovable, con lo cual se asegura que la CFE se mantenga como el mayor productor de electricidad del país.

 

Las resultas del referido acuerdo no son menores. Por un lado, los bienquerientes del actual régimen afirman que el propósito del gobierno mexicano es garantizar que el estado conserve la rectoría de un sector prioritario como lo es el eléctrico; además, según su dicho, con ello se evita que compañías extranjeras se enriquezcan injustificadamente y formen parte de las terribles cadenas de corrupción de las que se valen para obtener los permisos de operación. No hubo señalamientos concretos en contra de empresarios o funcionarios públicos, pero – como ya es una costumbre – la acusación genérica estaba hecha.

 

Por su parte, los críticos de la cuatroté argumentaron que con su actuación la SENER pone en peligro la certeza de las inversiones que llegan a nuestro país, mismas que en materia de energías limpias representan un monto de hasta 30 mil millones de dólares. De igual forma, advirtieron la correspondiente pérdida de miles de empleos (más de los que ya dejaron de existir por la recesión económica que venimos arrastrando y por el mentado COVID-19); y como si lo anterior fuera insuficiente, manifestaron que los principales afectados seremos los consumidores mexicanos, ya que se le cierra la puerta a tarifas competitivas por el uso de electricidad.

 

Lo que poco se ha dicho es que con las decisiones adoptadas por nuestro país se compromete el cumplimiento de importantes convenios internacionales sobre el cambio climático, los que establecen claras medidas para la reducción de las emisiones de gases con efecto invernadero; me refiero al Acuerdo de Paris cuyo antecedente es el Protocolo de Kioto. Es decir, más allá de las secuelas económicos que ya de por sí son graves, como meme de Greta Thunberg enojada, debemos fijar la mirada en las riesgosas consecuencias medioambientales.

 

Aquí en confianza, las líneas que anteceden tienen como propósito poner en contexto el asunto que hoy por hoy ocupa las principales páginas de los periódicos y los diálogos de análisis político que se realizan a través del ahora infaltable Zoom. Por supuesto, Usted amable lectora (mi mamá), puede tener su propia opinión sobre los beneficios que representa el traslado a las energías renovables; sin embargo,  no debemos perder de vista que son precisamente los grandes cambios los que posibilitan el desarrollo de la humanidad.

 

Dijo el dos veces Primer Ministro del Reino Unido, James Harold Wilson: “El que se resiste al cambio es arquitecto de su deterioro. La única institución humana que resiste al progreso es el cementerio”. Ahí se los dejo para la reflexión.