Aquí en confianza: El poder de un twitt

Tras una serie de actuaciones en su natal Guadalajara, Jesús Martínez Rentería “Palillo” debutó en el Teatro Colonial de la Ciudad de México, en el lejano año de 1937; más tarde, experimentó su mayor éxito en el Follies Bergere, recinto ubicado en las inmediaciones de la emblemática Plaza Garibaldi, en donde por más de once años se dedicó a divertir al respetable a través de sus espectáculos de sátira política, enderezados todos en contra del más rancio régimen priista de la época. Se dice que estuvo en prisión en seis ocasiones y en diez más le fue clausurado el teatro; no obstante, el “Rey de las carpas” gozó de buena reputación, respeto y reconocimiento público, debido a sus ácidas críticas al gobierno.

 

Otros más vinieron después y se autoimpusieron la difícil encomienda de señalar con afinado tino, los recurrentes yerros oficiales y los excesos políticos; todo ello, a través de la siempre necesaria comedia. El inolvidable Héctor Lechuga, Andrés Bustamante o Víctor Trujillo, por mencionar solo a algunos, son ejemplo de aquellos que se han dado a la tarea de enfrentar al poder, al tiempo que informan y arrancan sonoras carcajadas entre sus adeptos.

 

Con la aparición de las benditas redes sociales y su extendido alcance, surgieron personajes que hicieron de la sátira política su forma de expresión; uno de ellos es José Manuel Torres Morales, mejor conocido como Chumel Torres. Con casi tres millones de seguidores en Twitter y 2.6 millones de suscriptores en su canal de YouTube, el originario de Chihuahua no ha mostrado pelos en la lengua cuando de criticar se trata; lo mismo a los representantes de la Cuatroté y sus huestes, que a los gobernantes anteriores; igual a guindas, que tricolores, azules,  amarillos o verdes; en forma similar a políticos de basta experiencia, que a noveles funcionarios; parejo para protagonistas de la vida nacional, que para aquellos que solo tienen trascendencia en sus entidades; incluso, le ha tundido a uno que otro alcalde. Chumel es irreverente y políticamente incorrecto; por definición, la actividad que desempeña debe estar aderezada con tales características.

 

La razón de que el Youtuber sea tendencia nacional en estos momentos, es por todos conocida. Bastó que el presentador fuera invitado a un foro de la CONAPRED, para que recibiera una tremenda embestida a través de la red del pajarito azul. La nada despreciable suma de 121 mil twitts significó la andanada de ataques hacia el comediante; pero uno solo, el de la escritora y esposa del Presidente de México, Beatriz Gutiérrez Müller, fue suficiente para producir devastadores efectos.

 

No pongo en tela de duda el derecho de una madre por defender a sus hijos; de hecho, es una conducta que reconozco y aplaudo; sin embargo, vale la pena analizar las graves consecuencias que – hoy por hoy – puede llegar producir un mensaje de redes sociales que se redacta y envía desde los aposentos del Palacio Nacional. Un twitt fue suficiente para que se cancelara el mentado foro al que fue invitado el comentarista de marras; para que la titular de la CONAPRED, seguida de otros funcionarios, se viera obligada a presentar su renuncia; para que el mandatario mexicano desconociera al organismo cuya creación fue impulsada por uno de los más destacados exponentes de la izquierda mexicana, Gilberto Rincón Gallardo, e incluso se amenazara con su desaparición; para que el conductor chihuahuense fuera objeto del linchamiento social, mientras que se le tachaba de racista, clasista y hasta misógino; para que HBO anunciara la suspensión por tiempo indefinido del programa que  – a la fecha – contaba con mas temporadas en la programación latina del canal y, por si fuera poco, para que los contenidos protagonizados por el comediante fueron eliminados de sus catálogos. A tal grado llegó el efecto del manifiesto redactado en menos de 280 caracteres que – ahora mismo – la pagina oficial del Consejo Nacional para prevenir la Discriminación, continua inhabilitada.

 

Aquí en confianza, en otro tiempo cualquier standupero tenía montada por lo menos una rutina en la que hacía mofa y escarnio de los políticos del momento; mas allá de producir la incomodidad y sacudir el ánimo de algunos cuantos, nada pasaba al respecto. La sátira política tiene varios propósitos y todos ellos pueden cumplirse a través del humor. Lo que no da risa es la intolerancia, el autoritarismo, la censura y los ataques a la libertad de expresión.

 

El error estriba en tratar de verlo todo en blancos y negros. En un verdadero estado de derecho, no toda crítica es un llamado a la sedición ni todo crítico es un adversario. Ahí se los dejo para la reflexión.