Aquí en confianza: El presupuesto en tiempos de la 4T

“Haciendo un poco de historia, nos volveremos atrás para recordar las glorias de mis días de chaval”, reza una de sus estrofas del extraordinario poema “La profecía”, del sevillano Rafael de León.

Apenas comenzaba el año 2017 cuando los que habitamos este pedazo de México nos disponíamos a vivir – de nueva cuenta – la experiencia de las precampañas electorales rumbo a renovación de la gubernatura coahuilense.

Los pormenores de aquellas contiendas fueron ampliamente reseñados en éste y otros espacios; sin embargo, ahora mismo es de mencionarse una expresión que a manera de eslogan político, buscó colocarse en el ánimo del respetable: “A Coahuila lo que le corresponde”. La frase de marras fue concebida y llevada a la escena pública por el hoy Gobernador de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme Solís.

El político lagunero supo endurecer la voz y levantar la mano, al afirmar categóricamente que nuestra entidad no recibía un trato justo en el reparto de recursos del llamado pacto federal. Así, Riquelme aseguró, apoyado con datos oficiales, que Coahuila era el séptimo estado que más aportaba al PIB nacional, pero apenas alcanzaba a ocupar el lugar 27 por lo que hace a los dineros que recibía del centro. El ahora mandatario coahuilense no tuvo empacho en señalar que de cada peso que el estado enviaba a la federación por concepto de impuestos como el IVA, el ISR y el IEPS, recibía tan solo 35 centavos.

No le faltaba razón al entonces precandidato; la distribución de fondos era a todas luces inequitativa. Varios botones sirven de muestra. En aquel año, por cada peso enviado a la federación, Oaxaca obtuvo 1.52; Chiapas recibió 1.51; Guerrero consiguió 1.35, mientras que a Nayarit le fueron reintegrados 1.13 pesos. Lo anterior, sin contar que las entidades antes mencionadas ocupaban entonces (como ahora) alguno de los últimos lugares en cuanto a aportación en el PIB nacional.

Seguramente, el arrojo del coahuilense no fue bien visto entre las huestes de quien todavía dirigía los destinos de la nación, máxime que ambos emanaban de las filas del mismo instituto político; pero permanecer callado ante la injusticia financiera no parecía ser una opción y tal como lo alegaba aquel extraño personaje que tuvo cinco minutos de fama, con énfasis y manotazo en la mesa: “se tenía que decir y se dijo”.

Lo que debió quedar para los anales de la historia, ahora cobra nuevamente vigencia. En el trato desigual, la 4T no curte mal las vaquetas (dijera Don Héctor).

De acuerdo al primer (tercer) informe de resultados del Presidente López Obrador, la política de austeridad implementada por el Gobierno de la República ha rendido frutos. Al respecto, se afirma que tan solo por el combate al huachicoleo se han obtenido ahorros por el orden de los 150 mil millones de pesos; igualmente, la cancelación del NAICM y la correspondiente obra aeroportuaria en Santa Lucía, evitará el desembolso de 100 mil millones; mientras que gracias al nuevo esquema de compras por parte de la SHCP, se han registrado economías por más de 113 mil millones de pesos. Lo anterior, sin contar las reservas por la eliminación de seguros de gastos médicos mayores a los empleados públicos; los recortes en las partidas de publicidad oficial y la anulación de las pensiones a ex presidentes, por mencionar tan solo algunos rubros.

Pese a  lo alegre de las cuentas, el dinero sigue sin llegar a las entidades federativas y Coahuila no es la excepción. Acá, el ejecutivo estatal ha considerado un presupuesto meta de 54 mil millones de pesos para el año 2020; sin embargo, conforme al proyecto de egresos de la Federación, el estado podría obtener tan solo 42 mil 800 millones; cifra menor incluso a lo recibido en el 2019. Si bien, el documento final será aprobado en definitiva antes del 15 de noviembre, las disminuciones presupuestales se antojan irreversibles. Programas como el de estancias infantiles, despensas de Diconsa o la leche de Liconsa, así como las obras de infraestructura a cargo de la SCT, sufrirán un severo recorte para el próximo año. Y ni hablar de las obras emblemáticas y muy necesarias como el centro de convenciones de Saltillo, la presa rompepicos en Piedras Negras, el drenaje pluvial para Torreón o la rectificación del tramo de autopista “Los Chorros en Arteaga”, las cuales siguen durmiendo el sueño de los justos.

Aquí en confianza, mientras que millones de mexicanos siguen esperando el anhelado cambio, al tiempo que engrosan con sus opiniones las encuestas de aprobación que tanto circulan en medios tradicionales y redes sociales, aquí seguimos preguntándonos: ¿cuándo llegará lo que a Coahuila le corresponde? Al tiempo.