Aquí en confianza: Narro el coahuilense

No hace tantos años aún se le podía ver ocupando un sitio en las tribunas de Ciudad Universitaria; vistiendo con orgullo los colores azul y oro; alzando el puño derecho al entonar el emblemático himno universitario (acto que fuera calificado por el estratega del balompié, Tomas Boy, como un saludo fascista) y alentando – a todo pulmón – a sus Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Entonces era el timonel de la Máxima Casa de Estudios de nuestro país y, bajo su gestión, importantes éxitos habrían de agregarse a la centenaria historia de la institución educativa que naciera gracias a la visión y empeño del escritor, historiador, periodista, poeta y filósofo mexicano, Justo Sierra.  Médico de profesión y académico por convicción, fue elegido Rector de la UNAM en noviembre del 2007 y, en 2011, reelecto en el cargo. Más tarde, en el año 2015, recibió la invitación para sumarse al gabinete presidencial como Secretario de Salud, en sustitución de la Doctora Mercedes Juan. Al respecto, Pepe (como le conocen sus amigos) no tuvo empacho en afirmar que fue su comunidad universitaria la que le permitió acudir al llamado que le hiciera el todavía Presidente de los mexicanos. Tal vez pocos recuerdan que en una de sus ultimas apariciones como Rector, criticó ácidamente al gobierno federal por impulsar la conformación de un presupuesto multianual para un nuevo aeropuerto (mucho antes del rifirrafe por Texcoco), en lugar de destinar los dineros suficientes para la educación. Así, Narro se despedía del quehacer universitario insistiendo que la formación académica es una prioridad.

Hombre sereno y afable; claro y sencillo, parece siempre contar con la palabra precisa y el mensaje adecuado. La capital mundial del sarape lo vio nacer y aunque a temprana edad fue llevado a hacer vida en la gran Tenochtitlán, José Ramón Narro Robles no olvidó sus raíces.  Por eso, con humildad reconoció que – en días pasados – hizo un llamado al Gobernador Miguel Ángel Riquelme para pedirle que le fuera permitido hacer su última gira oficial precisamente aquí en tierras coahuilenses. 

Narro vino una vez más a nuestra patria chica; en esta ocasión lo hizo, no solo para entregar ambulancias y equipos médicos, sino también para despedirse de las y los mexicanos a quienes sirvió con dedicación y esmero, ofreciendo el mejor de sus esfuerzos en el diseño e implementación de programas, así como en el desarrollo de acciones concretas, encaminadas todas a la conformación de un sistema de salud eficiente. Es cierto, las asignaturas pendientes en la materia son muchas y muy diversas. Los presupuestos públicos se hacen cada vez más pequeños frente a los enormes retos que implican la cobertura hospitalaria, el equipamiento adecuado y la contratación de recursos humanos suficientes para atender las demandas sociales. Pero Narro, supo hacer más con menos y eso no debe serle escatimado.

El funcionario de marras, al hacer uso de la voz en un significativo evento llevado a cabo en el patio central del Palacio de Gobierno, entregó a los asistentes un emotivo mensaje. Ahí recordó que ha tenido la fortuna de trabajar en dos grandes áreas: la educación y la salud, y que es en estos campos donde se encuentra la explicación de como una sociedad sale adelante; “son dos de los grandes igualadores”, dijo y continúo: “cuando hay salud todo se facilita; cuando a la salud se le suma la educación, se hace un binomio poderoso que transforma a las personas, familias y sociedad”.  Aseguró que todos tenemos diferencias, pero también compromisos comunes. “La pluralidad es parte de la fuerza, no es entonces una debilidad”, expresó.

Aquí en confianza, al escuchar el discurso de Narro el Coahuilense, me vinieron a la mente los tiempos en los que éste fue mencionado como posible candidato a la Presidencia de la República. Era marzo del 2017 y los medios de comunicación daban cuenta del protagónico papel que jugó el aún Secretario en la conmemoración del XXIII Aniversario Luctuoso de Luis Donaldo Colosio. Entonces, tanto los columnistas de respeto como los “opinólogos” de cafetería, barajaron el nombre de José Narro como una de las cartas fuertes del tricolor rumbo a la elección. Repetía Don Héctor: “el hubiera no existe”; por esa razón nunca sabremos cuales serían las resultas en caso de que nuestro paisano hubiese sido ungido candidato; sin embargo, de algo estoy convencido, a éste pedazo de mundo al que llamamos México falta le hacen políticos de la estatura de Narro.

Aunque el refrán reza que nadie es profeta en su tierra, acá Pepe lo dijo y lo dijo claro: “me siento orgulloso de ser coahuilense; ese es un privilegio que no todos pueden tener”.