Aquí en confianza: Vacuna en México; la luz al final del túnel

Apenas el pasado mes de julio, en este mismo espacio, se afirmó que la esperanza de la humanidad tenía forma de vacuna; entonces, los prototipos de las grandes farmacéuticas entraban en la etapa final de ensayos. La mentada fase tres de las investigaciones generaba ilusión al respetable en medio de una larga espera.  Tal vez, la expectativa producida por los avances científicos en la lucha contra el coronavirus trajeron como consecuencia el relajamiento en las medidas de distanciamiento social y el uso del cubrebocas, acelerando la transmisión del mal y engrosando la estadística de fallecimientos; pero “esa es otra historia”, diría oronda la célebre Nana Goya al anunciar los productos de un banco que ya ni existe (los millennials no entenderán la referencia noventera).

 

Mientras esto escribo, Margaret Keenan se convirtió en la primera persona en recibir (oficialmente y no en ensayos clínicos) la vacuna producida por Pfizer y BioNTech. “Magguie”, de 90 años de edad, fue inoculada en el Hospital Universitario de Coventry, Inglaterra y aseguró sentirse privilegiada. El Reino Unido se adelantó para avalar la citada vacuna y de inmediato se hizo con 800 mil dosis.

 

Acá de este lado no curtimos mal las vaquetas. De acuerdo a datos de la Secretaría de Salud, el gobierno mexicano suscribió un convenio con Pfizer para obtener 34.4 millones de vacunas, de las cuales se espera recibir 250 mil dosis en la segunda quincena del presente mes, con lo que se dará inicio a las acciones de inmunización dando  prioridad al personal de salud que se encuentra en la primera línea de atención a la enfermedad. Adicionalmente, se habla de las negociaciones para la obtención de 77.4 millones de vacunas de la empresa AstraZeneca, 35 millones de la firma china CanSino y 51.5 millones más que serán adquiridas a través de Covax.

 

Pese a lo antedicho, no todo es miel sobre hojuelas y los “prietitos” en el arroz no dejan de hacerse presentes (autobullyng). Por principio de cuentas, no se cumplirá la meta de contar con 2.6 millones de mexicanos vacunados para finales de este año, tal y como lo anticipó en el mes de octubre el titular de la SHCP, Arturo Herrera (sí mamá, también el Secretario de Hacienda, como el de Relaciones Exteriores, habla de salud pública). A esto, habrá que sumar  que la vacuna de Pfizer precisa dos aplicaciones, por lo que con los fármacos que se reciban, únicamente serán atendidas 125 mil personas, que dadas las circunstancias son bastantes, pero de manera alguna se alcanzará el objetivo planteado. Por otro lado, el monto de la inversión requerida aún resulta incierto, pues el costo de las vacunas varía tremendamente dependiendo del laboratorio que las produzca. Luego, habrá que considerar los retos que representa la cadena de producción, empaquetado, distribución y suministro; recordemos que la vacuna de Pfizer debe conservarse a una temperatura de – 70 grados centígrados, lo que significa un importante desafío logístico, principalmente en un país como el nuestro.

 

Como si lo anterior fuera poco, ya se ponen en la mesa dilemas éticos sobre la priorización en el suministro de la vacuna, es decir, quienes deben formarse primero en la fila para obtener la ansiada protección; además, surgen cuestionamientos en relación a su aplicación obligatoria entre quienes representan a los colectivos antivacunas o aquellos que como la actriz, cantante, científica sin laboratorio y filósofa a ratos, Paty Navidad, consideran que a través de la inmunización seremos modificados genéticamente e iniciaremos la era del transhumanismo (no es broma, ahí están sus publicaciones en Twitter).

 

Aquí en confianza, los dimes y diretes respecto a la vacuna habrán de llegar mas temprano que tarde; por lo pronto, una luz se asoma tímidamente al final del túnel. Solo esperamos que los procesos que se implementen para la distribución y administración de las dosis, sean los adecuados. No olvidemos que – hoy por hoy – seguimos ocupando el nada honroso cuarto lugar mundial entre los países que más defunciones registran a causa del virus, solo después de Estados Unidos, Brasil e India. La estrategia nacional de vacunación ya fue presentada y habrá que cumplirla a cabalidad, no vaya a ser que el director de la OMS, Tedros Adhanom, vuelva a recetarnos un “jalón de orejas” como cuando pidió a las autoridades mexicanas mayor seriedad en el manejo de la pandemia. Finalmente, como el camino es largo y la operación de la referida estrategia se completará hasta el primer trimestre del año 2022,  habrá que ser pacientes y aguantar un poco más a la fría y poco afectuosa “Doña Susana”.