Cáncer de mama: el costo y el precio de la enfermedad

Como si no existieran ya suficientes amenazas para las mujeres, el cáncer de mama se cobra la vida de una mujer cada dos horas en México, lo que equivale a 600,000 muertes al año. Para ponerlo en perspectiva, este número es casi ocho veces mayor al total de fallecimientos que se han registrado por covid-19 en el país entre enero y octubre de 2020, y es 15 veces más grande que el total de homicidios dolosos registrados en éste, el año más violento de la historia nacional.

El cáncer de mama es la primera causa de muerte en mujeres mayores de 25 años. Es una enfermedad que las ataca en la plenitud de su etapa productiva y reproductiva en un país en el que ser mujer es ya de por sí nacer en desventaja respecto a la otra mitad de la población.

En entrevista para Economía Hoy, la doctora Betsabé Hernández, coordinadora médica de la Fundación del Cáncer de Mama A.C. (Fucam), explica que la incidencia para esta enfermedad en México es particularmente alta: una de cada ocho mujeres está en riesgo de padecerla, debido principalmente a un estilo de vida sedentario y occidentalizado, aunado a una dieta poco balanceada. ¿A qué se refiere con occidentalizado? A una rutina rica en estrés y pobre en descanso o esparcimiento, con poco espacio para el cuidado de la salud, proclividad a retrasar la maternidad por falta de recursos o falta de interés, y tendencia a desempeñar dobles y triples jornadas de trabajo entre las labores remuneradas y las domésticas.

A diferencia de otros países, señala la especialista, en México se ven más etapas metastásicas (en las que los tumores hacen metástasis) que, por ejemplo, en Europa, debido a que en esa región del mundo se detecta y trata tempranamente. Otra particularidad que tiene México es que la edad pico de incidencia ocurre más temprano, a los 50 años, mientras que en el mundo el promedio es de 60 años. «En plena vida productiva», lamenta la doctora.

El precio

El cáncer de mama es una enfermedad cara. El costo de los tratamientos se incrementa dependiendo de la etapa en la que se detecta (hay cuatro). Entre más avanzada, mayor es el costo. En general, atender un cáncer de mama implica por lo menos una ronda de quimioterapia, otra de radioterapia, una más de hormonoterapia y una cirugía.

De acuerdo con datos de Fucam, en el sector privado un tratamiento de quimioterapia puede costar entre 100,000 y 500,000 pesos y a esto se debe añadir un seguimiento clínico de por lo menos cinco años.

En el sector público –en el extinto Seguro Popular o en la Secretaría de Salud- el costo ronda los 100,000 pesos.

Algunas pacientes, señala Hernández, requieren de terapias llamadas «blanco», que son las más costosas por estar dirigidas a tumores muy agresivos. Este tratamiento requiere de 17 dosis de medicamento con un costo unitario de 100,000 pesos.

«Es impagable, a menos que se tenga una buena póliza de seguro», subraya la doctora.

De estos números se desprende la importancia de las fundaciones como Fucam, en donde las pacientes pueden tener acceso a tratamientos completos por precios significativamente menores. Antes de la desaparición del Seguro Popular era posible obtener el tratamiento de forma gratuita, pero esa posibilidad dejó de existir.

Hoy en día un tratamiento básico en Fucam se puede obtener por alrededor de 20,000 pesos, y en el catálogo del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) del gobierno federal es posible encontrar cobertura a precios accesibles en el Instituto de Cancerología, el Hospital Juárez y el Hospital General de México.

El costo

Pero el peaje que cobra el cáncer de mama va más allá del precio del tratamiento. Una mujer que es diagnosticada con esta enfermedad debe incapacitarse laboralmente por lo menos un año. Como se trata de mujeres en edad productiva es muy común que esto las coloque en una situación de alta vulnerabilidad, pues a menudo se trata de cabezas de familia con uno o más dependientes económicos.

La estimación de un año es –aclara Hernández- «en caso de que la paciente no haya pasado por una cirugía radical que a menudo implica secuelas».

Las mujeres que viven con y sobreviven al cáncer de mama a menudo enfrentan también una variedad de impactos psicoemocionales exclusivas a su género.

«En muchas ocasiones sus parejas las abandonan», comenta la oncóloga, «algo que no pasa cuando el paciente es varón». En el espejo torcido de la realidad femenina cuando el marido es el que enferma, su pareja asume el rol de cuidadora y si es necesario de principal proveedora, pero si es la mujer la que enferma es común que se desintegre la familia y se tenga que buscar en otras mujeres (madres, hermanas, amigas) apoyo para cuidados y para hacer frente a los gastos.

Un periplo que puede evitarse

La mejor manera de no pagar la factura económica y emocional que implica el cáncer de mama es la prevención. En el caso de las propias mujeres «hay que estar pendientes a los signos de alarma», dice Hernández. Es muy importante que las mujeres que son pilares de la familia no se dejen al final de las prioridades, y se cuiden a sí mismas antes que a los demás. También es fundamental deshacerse de tabúes o miedos al enfrentar los problemas de salud.

Para una mujer mayor de 25 años debe convertirse en algo habitual hacerse por lo menos una exploración anual y un tamizaje cada dos años, el cual está incluido en la salud pública en México. Para las mayores de 40 años es indispensable una mastografía y un ultrasonido anuales, que en clínicas privadas tienen un costo de unos 2,000 pesos, y en Fucam se pueden obtener por 400.

Desde el punto de vista del Estado, la prevención no solo es lo más sencillo, sino también lo más barato. No obstante, debido a que más de la mitad de la población mexicana vive y trabaja en la informalidad, no cuenta con prestaciones de salud y por lo tanto dependen del Insabi o la Secretaría de Salud, en donde el tamizaje sólo se aplica al 16% de la población en riesgo, cuando debería aplicarse al 70%.

Un dato devastador es que si bien la norma es que no pasen más de cuatro semanas entre el diagnóstico y el primer tratamiento, de acuerdo con Fucam en promedio una mujer tarda ocho meses en llegar al tratamiento cuando se atiende por medio de las instituciones públicas de salud como el Insabi o la Secretaría de Salud. «Si llega en etapa cuatro el tratamiento ya sólo tiene finalidad paliativa», advierte Hernández.

Lo ideal cuando se tiene un diagnóstico de cáncer de mama es hacer efectiva la derechohabiencia del IMSS o el ISSSTE, si se tiene. En caso de no tenerla, instituciones como Fucam son una excelente opción tanto por los precios por consulta como por los costos. En un consultorio privado, cada visita puede rondar los 1,500 pesos, mientras que en Fucam es de 190 pesos.

Si bien Fucam tiene su sede en la Ciudad de México, ya existe una clínica de diagnóstico en Oaxaca y pronto se abrirá una más en Xochitepec, Morelos.

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