Cannabis y regios, una relación muy estrecha

Chío y Luli son dos universitarias que fuman marihuanatres o cuatro veces por semana para concentrarse al estudiar, relajarse antes de un examen o evitar los cólicos de la menstruación.

Pablo y Luisa son un matrimonio de profesionistas que se reúne con otras parejas los fines de semana en su casa de San Pedro y comparten un porro porque les agrada su sensación relajante.

A Adriana no le gusta el humo, así que prepara pastelitos estilo «brownies» con aceite de cannabis que lleva a sus reuniones con amigos.

Ocasionalmente los vende para ayudarse con los gastos de la escuela. Doña Ernestina, de 70 años, mete varias hojas de marihuana en una botella de alcohol que deja remojando una semana y luego se lo frota en las piernas para aliviar el dolor de las reumas.

Todos ellos viven en Nuevo León y son usuarios cotidianos de la hierba cuya regularización se pondrá en la mesa de negociaciones con el nuevo Gobierno Federal.

El tema divide opiniones. El pasado jueves el próximo secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, dijo en Canadá que la legalización de la marihuana en México a corto plazo es «una opción interesante».

Dos semanas antes, la futura secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, dijo en Monterrey que «la cannabis hay que reglamentarla, no hay que legalizarla; no es una absoluta despenalización, tiene una reglamentación, una regulación.

«Los que sí saben dicen que es peor el alcohol que un churro de marihuana y peor el cigarro que un churro de marihuana, no lo sé», explicó la próxima funcionaria.

Hay quienes se oponen, como el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, quien señaló durante su campaña a la presidencia, en mayo pasado, que «el consumo de drogas está destruyendo a México y yo no soy un político mansito. Tengo que hablar clarito de ese tema: (….) desde preescolar hay que empezar a decirles a los chamaquitos que no es bueno consumir mugrero».

Otros son rotundos al atacar el prohibicionismo, como el expresidente de México, Ernesto Zedillo, quien aseguró hace dos semanas que «la prohibición está mal, la prohibición está causando mucho daño».

El integrante de la Comisión Global de Política de Drogas entregó a Sánchez Cordero un documento donde recomienda la regularización de la cannabis porque «concluimos que esas políticas (prohibicionistas) habían fracasado rotundamente».

Los consumidores entrevistados por ABC Noticias coinciden en que la legalidad acabaría con los problemas que enfrentan al comprar marihuana: los riesgos de tratar con desconocidos poco confiables y, sobre todo, adquirir productos de calidad dudosa.

«Una ´mota´ de excelente calidad cuesta más de mil pesos los cinco gramos, eso te da para hacer dos porritos (cigarrillos) pero la más común en Monterrey es de 100 pesos por 10 gramos», cuenta Chío, una de las estudiantes universitarias.

Su compañera, Luli, agrega que «el problema de comprar esta marihuana regular es que todo es al azar, no sabes la calidad que tiene, si te va a dar para arriba o para abajo.

«Si es muy fuerte y consumes de más te puede dar ´la pálida´, que es como una taquicardia que sientes que el corazón te va a explotar. Cuando ya conoces la calidad no pasa eso y nada más te da ´la risueña´, que es tener mucha risa, o ´el monchis´ que es mucha hambre», señala la joven mientras limpia un poco de la hierba para colocarla en una pipa.

Explica que una vez compró a su «dealer» (un joven que se encarga de vender la hierba al menudeo) marihuana que sabía a diésel y después le explicaron que provenía de un paquete rescatado de una incineración que hicieron las autoridades, donde usan este combustible.

«A veces sabe a limpiadores como Fabuloso o Pinol y es porque los paquetes los rocían para que no los detecten los perros. Sí es mucho riesgo», agregó por su parte Chío.

Las dos jóvenes se pronuncian abiertamente por la legalización de la hierba como sucede en otros países y permitir el autocultivo para no comprar «marihuana roja», como le llaman a la hierba de los traficantes porque está manchada de sangre.

Para Adriana, la chica que mezcla la cannabis con la repostería, la situación es la misma. Ella compra la materia prima a amigos suyos que cultivan sus propias plantas y no entiende por qué no se vive en México la misma situación que ha visto en Amsterdam, Holanda, o en California, Estados Unidos.

«En el extranjero compro el producto en una tienda muy profesional que te informa de todas las características de la marihuana y eso te facilita mucho todo el proceso», expresó la joven cocinera.

Así, mientras las autoridades en México apenas preparan el debate para definir si se regula la venta de marihuana, su uso -con diferentes fines- se vuelve cada vez más común entre la población.

FUENTE: abcnoticias