COLUMNA: CAPITALES «Los retos globales ante el Coronavirus en la era de la disrupción»

A veces se necesita una crisis para revelar lagunas y discontinuidades. La pandemia del coronavirus ha revelado cómo algunos líderes son desafiados por una situación inesperada y la necesidad de innovar. La crisis aumenta nuestra necesidad de reevaluar los modelos de liderazgo prevalecientes que a veces se han encontrado deficientes. El coronavirus es una llamada de atención extrema, pero es emblemático de una era cuya esencia misma es la disrupción. Incluso antes de la pandemia actual, vivíamos en una tormenta perfecta de innovación acelerada, e incertidumbre geopolítica. Desafortunadamente, nuestros “manuales de liderazgo” a menudo permanecen congelados en el tiempo, originalmente diseñados para la autoridad y el control necesarios para mantener las burocracias industriales funcionando de manera eficiente. Pero estamos en medio de una cuarta revolución industrial que requiere agilidad, innovación rápida y diseños organizacionales fluidos que operan en red. Todos estamos navegando en la incertidumbre ahora, y los nuevos enfoques para el liderazgo se han convertido en un imperativo. No hacerlo conlleva riesgos: la amenaza existencial de la enfermedad en extremo, así como los costos más obvios de estrategias cansadas y analfabetismo tecnológico. El tipo de competencias de liderazgo que necesitamos en una era de disrupción no puede simplemente leerse de libros, obtenerse de presentaciones o adquirido en breves programas ejecutivos. Requieren nuevas formas de pedagogía que sean personales y vivenciales. Aprender liderazgo no es simplemente una cuestión de saber qué elementos marcar en una lista de tareas o adquirir algunas habilidades tácticas relacionadas con la comunicación o la configuración de la agenda de actividades. La conclusión es que los líderes de hoy, armados con las herramientas de ayer, con frecuencia están mal equipados para enfrentar los desafíos que enfrentamos hoy y mañana. Al parecer, el liderazgo se debe a una revisión que se hace más urgente por la escala de nuestros problemas actuales. ¿Pero cuáles son los nuevos estándares por los cuales debemos juzgar el liderazgo? ¿Cuál es un modelo de liderazgo que se ajuste a esta era de disrupción? Los psicólogos hacen referencia a la complejidad cognitiva como la capacidad de recurrir a múltiples marcos de referencia o inteligencias al mismo tiempo. Esto permite matices y sofisticación al abordar nuevas situaciones y es esencial para lidiar con la disrupción de los cisnes negros. Este último concepto hace referencia a una metáfora que, en el ámbito económico, describe aquellos sucesos que ocurren por sorpresa, que no se había previsto ni tenido en cuenta porque, a priori, eran improbables y que, para bien o, generalmente, para mal, terminan teniendo un gran impacto y repercusiones trascendentales. Ya sea para el coronavirus u otros (inevitables) cisnes negros por venir, es responsabilidad de los líderes perfeccionar la inteligencia y cultivar la complejidad cognitiva. Es su ingeniosa combinación la que genera el verdadero poder del liderazgo inteligente.   

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