COLUMNA: CAPITALES

Hacia dónde vamos en la transición energética global

 

Sin importar en qué país nos encontremos, la transición energética está en marcha. Está tomando formas ligeramente diferentes y puede evolucionar desde distintos puntos de partida dependiendo del área, pero está claro que ahora hemos llegado a una etapa en la que, globalmente, todos estamos comprometidos en un desafío compartido. Anteriormente, el mundo ha pasado por varias transiciones de energía que han marcado diferentes eras industriales: de la madera al carbón, del petróleo al gas y la nuclear. Ahora, el mundo está comprometido en un cambio masivo hacia las energías renovables. En contraste con las transiciones anteriores, el cambio actual está impulsado por la conciencia colectiva de las preocupaciones ambientales y climáticas, y fue iniciado principalmente a través de entornos políticos en lugar de las definiciones del mercado. Sin embargo, el ritmo de la innovación tecnológica y la disminución de los costos están creando un espacio para que las dinámicas del mercado impulsen la transición energética y refuercen la iniciativa de política global. En el sector eléctrico en particular, el costo promedio de generación de energía solar fotovoltaica ha disminuido en más del 70 por ciento desde 2010. En los últimos años, los costos de generación han disminuido considerablemente con energía renovable que con combustibles fósiles. A pesar de eso, el verdadero desafío que enfrentamos en esta transición no es el potencial, sino el tiempo. El tiempo es el recurso que nos falta. La frecuencia y el grado de interrupción física provocada por el calentamiento global y los fenómenos meteorológicos extremos siguen aportando pruebas de que el ritmo de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por parte de las economías mundiales tendrá que acelerarse. Esta situación está confirmada por el informe del 2019 del Foro Económico Mundial. Cada año, el informe clasifica a 115 países en términos de su desempeño y preparación para la transición. Lo que se destaca en 2019 es que el aumento anual del puntaje promedio mundial fue el más bajo de los últimos cinco años. Además, teniendo en cuenta la evolución de la puntuación durante el período 2014-2019, la dimensión de la sostenibilidad ambiental casi no muestra mejoras. En resumen, el ritmo de la transición energética es globalmente demasiado lento. Adicionalmente se menciona que en la actualidad la electricidad solo representa el 19% del consumo total de energía final. Sin embargo, considerando su crecimiento del 15% en 2000, esta cifra tiene el potencial de crecer masivamente en el futuro. El sector eléctrico ya ha reducido significativamente sus emisiones de GEI, convirtiéndose en un actor líder en la lucha contra el cambio climático. Ahora, la electrificación permite un mayor potencial en la reducción de las emisiones de GEI como resultado del ahorro de energía, debido a la mayor eficiencia de las tecnologías basadas en la electricidad, y una mayor participación de las energías renovables en la generación de electricidad. Los objetivos compartidos a largo plazo son ambiciosos, pero se identifican tres factores principalmente alentadores: el costo cada vez menor de las tecnologías renovables, el creciente papel de la electricidad como portador de energía para usos finales, y la demanda de la industria en general para la electrificación.

Twitter: @pacotrevinoa