Desde el más allá, Amado Nervo (alias Mamado) aconseja a Beatriz Gutiérrez Müller

 

En una entrevista televisiva, en Nayarit, Beatriz Gutiérrez Müller confundió el nombre de Amado Nervo y se refirió a él como Mamado. Un video que circula en redes sociales delata este lapsus linguae de doña Beatriz. No ha sido la primera vez que se comete un error de esta naturaleza con el poeta modernista. Ya otro político del PRI le cambió el nombre sin querer a Amado Nervo y le dijo: “Amado Miembro”. 

Sin embargo, dicho error verbal de doña Beatriz tiene tan ínfima importancia que no merece ser tratado en extenso, como absurdamente lo hizo Guillermo Sheridan, entre otros intelectuales que han rebajado su pluma a hiperbolizar asuntillos de poca monta.

Por otra parte, basta dedicar un par de minutos a programas de modificación virtual de voces, como Ad Voice Changer Software, o Virtual Personality (por mencionar los más accesibles a amateurs), para poner en boca de doña Beatriz, o de cualquier otra persona, palabras o frases que en realidad no dijeron.

Pero condescendamos con Sheridan y su torpe afán de perder su tiempo vistiendo chinches y pulgas lingüísticas. Supongamos que doña Beatriz sí se equivocó y con esto “puso en solfa todo su currículum académico y su trayectoria como investigadora”. Ante esta espantosa metida de pata de doña Beatriz, su adorado Amado Nervo (o Mamado, como ella prefiere decirle), tiene el remedio oportuno; un remedio de un genio literario sin duda menor, engolado y a ratos muy cursi, como lo fue don Amado.

El remedio consiste en escoger unas palabras básicas, no comprometedoras, y repetirlas como ripios providenciales en todas las conversaciones, incluyendo entrevistas televisivas. Con estas palabras, doña Beatriz resolverá, como asegura Nervo, “las situaciones más intrincadas y se logrará hacer creer al mundo que se es un pozo de discreción y de sabiduría”. Estas palabras son: “admirable” y “desde luego”. Dice don Amado: “Con la primera, se aprueba, resuelve, corrobora; con la segunda se pondera, glosa, comenta”.

Don Amado ponía como ejemplo al poeta Rubén Darío (ese sí un genio del lenguaje, al que se debe leer siempre, no como a don Amado que tanto quiere doña Beatriz). Don Rubén apantallaba en todas las conversaciones, sin gastar su talento en bagatelas, ni en entrevistas frívolas, usando esas palabritas claves. “¿Qué opina de tal obra, Darío? Admirable. ¿Piensa publicar un nuevo libro? Desde luego. ¿Sabe usted que fulano parte a Grecia? Admirable. ¿Comerá usted conmigo mañana? Desde luego”.

Así, cuando le pregunten a doña Beatriz por cualquier cosa, en televisión o en radio, evitará los típicos errores de dicción, y contestara acertadamente, reduciendo el margen de burlas, memes y artículos sarcásticos de gente como Sheridan. ¿Qué opina de Amado Nervo, doña Beatriz? Admirable. ¿Le parece que Guillermo Sheridan está escribiendo con el hígado? Desde luego. ¿Qué opina de la 4T? Admirable. ¿Sabe usted que los intelectuales fifís no la soportan? Desde luego. ¿Qué opina de su marido AMLO? Admirable. ¿Dejará de recomendar a los mexicanos que lean al cursi y aburrido de Amado Nervo? Desde luego.