#EDITORIAL: A la Cervecería Cuauhtémoc se le queman los pies

Hizo bien la Cervecería Cuauhtémoc en subordinarse a Heineken. En una contingencia como la que vivimos, la mítica empresa de don Eugenio Garza Sada, ya estaría en quiebra, por falta de solidez administrativa y errores de cálculo.

En el norte (históricamente  tierra de pulque y mezcal), se volvió famosa la Carta Blanca, por la misma razón que explicaban los negros de Mozambique la fama de Marilyn Monroe en su país: “es que aquí escasean las rubias”.

Así don Eugenio que quiso llamar a su brebaje “agua dorada”. Luego supo que los franceses (que siempre han sido unos degenerados muy finos), inventaron la “lluvia dorada”, y metieron al clóset la lúbrica metáfora. Se lo advirtió desde un principio el crápula de Salvador Novo, poeta y empleado ocasional de don Eugenio.

En los primeras semanas de la pandemia, la Cerveceria no sabía cómo acomodar su portafolio de marcas, a falta de estadios, eventos masivos, bares y restaurantes. Su comportamiento en el mercado fue errático y contradictorio. Comenzó a oler sus propios pies quemados.

Un quiebre de piernas la sacó del fuego, momentáneamente. Ideó una campaña de “compras de pánico”, que liberó localmente sus inventarios, pero aun le resulta incosteable mantener su línea de producción y su stock, como hizo durante años.

A diferencia de Grupo Modelo, que maneja 17 marcas comerciales propias, la Cuauhtémoc es una empresa más modesta (maneje 9 marcas, no todas suyas). Mientras la Modelo produce 7 millones de litros de cerveza al año, la Cuauhtémoc produce 2.5 millones de litros.

¿Qué medidas de urgencia tomará la Cuauhtémoc para que la lumbre no le llegue a los aparejos los siguientes meses? Fortalecer la presencia de Heineken, bajar a la mitad su línea de producción, recortar hasta 30% su personal, reducir su portafolios de marcas y reforzar su área de distribución de marcas no propias. Bromas aparte, la cerveza debe ser considerada artículo de primera necesidad: un alcohólico sin alcohol es como un jaguar atrapado en un sótano del Templo Mayor (Cuauhtémoc tenía su zoológico privado).

Contra la tradición etílica de los regiomontanos (yo también prefiero por mucho una Tecate roja que una Corona) el mercado favorece más al Grupo Modelo. Y en el fondo, por muy patriota que uno sea, todos siempre nos decantaremos por una modelo güera antes que por un adusto emperador azteca.