EDITORIAL: AMLO y el poder que desgasta (al que no lo tiene)

El político italiano Giulio Andreotti decía que “el poder desgasta… al que no lo tiene”. Habría que añadir: el poder también desgasta al que no lo demuestra. AMLO no ha demostrado su poder legítimo contra los enemigos públicos (que los hay y a raudales). A su modo de ver, tanto se han empeñado sus malquerientes en tildarlo de autoritario, casi de dictador, que prefiere echarse para atrás en el fondo, y ser muy entrón en las formas. Ya prometió no meter a la cárcel a nadie del gobierno anterior. Otorgó amnistía a los corruptos. Mala señal. A AMLO comienzan a tomarle la medida. Se parece cada vez más a Madero en Palacio Nacional. Un Madero sin barbas ni bigote.

¿Tendría qué responder severamente AMLO con la ley en la mano? Sí. Así debería gobernar. Así se cuida la gobernabilidad de un país. Pero de su ídolo Juárez no aprendió a cerrar el puño ni a poner la mano dura. Don Benito era un liberal estricto. Ni de su admirado Cárdenas emula el trato fuerte: don Lázaro expulsó del país a Calles y mandó al ostracismos a los callistas durante todo su gobierno. Cárdenas era un demócrata férreo.

Frente a estas figuras históricas, AMLO ha decidido responder simplemente con el lenguaje, con adjetivos y con epítetos: sus enemigos son mezquinos, son neofascistas, son conservadores, son bien malos como la carne de puerco. Pero ninguno, a los ojos de AMLO, es un delincuente que merezca la cárcel. Todos son palomitas (quizá no blancas), pero con el único defecto de tener el piquito lleno de groserías. Y punto.

Si a eso se aúna la apariencia de que AMLO está solo y no tiene gabinete, su situación personal empeora. A su Secretaria de Gobernación le gritan “asesina” y ella responde conciliadora, benévola. Dice “entender” magnánimamente a sus agresores. AMLO, en cambio, les dice canallas. Y se enreda en una telaraña de dimes y diretes. Las polémicas son buenas para Twitter, pero malas como política pública. Ningún otro miembro del equipo de AMLO se salpica con el lodo de las calumnias. Sólo AMLO. Es el solitario de Palacio. Habla por sí mismo y en su gabinete nadie lo defiende.

Todo gobernante eficaz aprende a delegar funciones pero también a delegar discusiones. Hay que elegir las pugnas y no entrarle a todas. Eso, y descubrir a tiempo las quintas columnas. AMLO sabe quienes son, pero los deja crecer en las sombras. Tarde o temprano lo rebasarán. Habrá que recordar otra máxima de Giulio Andreotti: “pensar mal de tu prójimo es un pecado, pero has acertado”. AMLO piensa mal, pero no actúa. Y por eso no ha acertado… todavía.