EDITORIAL: Baja California es modelo nacional de innovaciones electorales

Ayer presenté un libro sobre procesos electorales en Baja California. Se titula La Alternancia interrumpida (UANL, 2018) y es un análisis acucioso y revelador, escrito por uno de los mayores experto de México en el tema: el doctor en sociología y ciencia política, Víctor Alejandro Espinosa Valle, investigador de El Colegio de la Frontera Norte.

Por un lado, este libro es acucioso porque narra la historia de los años recientes de los procesos electorales locales en Baja California, donde extrañamente ni la izquierda ni Morena han sido ni remotamente una opción viable para los electores.

Por otro lado, el libro de Espinosa Valle es revelador de fenómenos locales, como el abstencionismo, una maldición constante en las dos últimas décadas. El lapso que abarca esta obra (que recupera con acierto las investigaciones electorales de los pioneros del género, allá por los años 80), comprende las pasadas ocho elecciones locales.

¿Por qué el titulo de La Alternancia Interrumpida? Porque se refiere a la ratificación de los triunfos panistas a nivel local, que si bien inició como un cambio de partido en el poder, se transformó en inmovilidad y permanencia: una alternancia detenida”. El título también es una homenaje a un libro clásico de Adolfo Gilly: La Revolución Interrumpida”, publicado en 1971.

Baja California ha sido un curioso laboratorio de nuevas prácticas democráticas y audacias políticas, desde su integración a la Federación como la entidad número 29, en el no muy distante año de 1952. Ahí tuvo lugar en 1989 la primera alternancia de gobernador, con la victoria de mi buen amigo Ernesto Ruffo Appel, el primer gobernante de oposición en la historia moderna de la política mexicana, y el primer gobierno dividido, porque el partido de ese gobernador no alcanzó mayoría absoluta en el Congreso local. Ambas novedades sólo se llevaron a cabo a nivel federal 8 años después, hasta 1997.

Pero la innovación de prácticas electorales en Baja California, se remontan más atrás, en 1953 cuando, derivado de las reformas constitucionales que le dieron el voto a la mujer, se ejerció ahí el sufragio femenino por primera vez antes que en los demás estados.

Baja California también fue la primera entidad donde se aplicó (por un tiempo nada más), la controvertida Ley Antichapulín, derogada por el Trife, en febrero de 2010, y que si bien es anticonstitucional, deberíamos contemplarla en futuros procesos electorales.

Un párrafo del libro de Víctor Manuel, que se refiere en concreto a Baja California, y se queja del abstencionismo terrible que padecen en ese estado, parece dedicado a los electores de otros estados de la República: “El peligro del deterioro de vida política, es que los ciudadanos le den la espalda a las urnas. No logran discernir lo que está sucediendo y su reacción es de rechazo a votar, pues perciben que todo es un cochinero”.

Y sigue Víctor Alejandro: “La confluencia de los factores anteriores, condujeron a una situación inédita en la historia política de la entidad: ciudadanos en vilo, dominados por la incertidumbre y la perplejidad”.