#EDITORIAL: Contra el virus y el vicio

“El vino puede sacar cosas que el hombre se calla. Cosas que queman por dentro, cosas que pudren el alma. De los que bajan los ojos, de los que esconden la cara. El vino entonces, libera la valentía encerrada y los disfraza de machos, como por arte de magia.” Poema de Alberto Cortez.

 

Muy negativas son las consecuencias que el consumo excesivo del alcohol provoca en la sociedad: van desde pleitos trágicos causados por arrebatos de valentía hasta accidentes fatales de tránsito, pasando por la generación de una amplia gama de enfermedades relacionadas con su abuso.

 

La crisis sanitaria causada por el Covid-19 lamentablemente ha cobrado muchas vidas, pero pocos han notado un punto a favor de la reclusión forzada: la disminución considerable en los decesos por otras causas, principalmente por accidentes a causa del alcohol.

 

La reapertura de restaurantes, bares, centros nocturnos y, sobre todo, la vuelta a la vida social traerá consigo nuevos riesgos y retos. Lucharemos ahora contra el virus y contra el vicio, si queremos proteger a nuestra sociedad.

 

Y no es que el consumo de alcohol se haya reducido, los datos oficiales lo confirman. Todos fuimos testigos de las largas filas en las tiendas de conveniencia para comprar cerveza una vez que se reactivó el abasto. Con esto podemos inferir que lo que mata no es el alcohol, sino consumirlo fuera de casa.

 

A los gobiernos de todos los niveles les tocará seguir implementando políticas públicas para reducir su consumo, buscando generar incentivos para controlar lo mismo su oferta que su demanda. Es, pues, un asunto compartido. Lo mismo de salud pública que de seguridad. Un tema para abordarse de manera transversal y coordinada.

 

La estrategia de desalentar el consumo de alcohol incrementando los impuestos a su producción y consumo no ha sido efectiva. La población es muy poco sensible al cambio de precios cuando de vicios se trata.

 

Prohibir su venta tampoco es opción porque, como sucedió en EUA a inicios del siglo pasado, se generaría un saludable mercado negro dirigido por la delincuencia organizada.

 

La solución se encuentra más por el lado de fortalecer la prevención, los valores y los vínculos familiares. Entre más conscientes estemos de los riesgos que se avecinan, mejor preparados estaremos para afrontarlos. Concluyendo el poema de Cortez: “Y entonces, son bravucones, hasta que el vino se acaba pues del matón al cobarde, solo media la resaca.”