EDITORIAL: Dame más gasolina, AMLO

Hace dos fines de año, mi familia no pudo retornar de San Luis Potosí a Monterrey, porque no había combustible en las gasolineras. Hace un año, me quedé varado en Zacatecas, porque no había combustible para mi camioneta.

Así son generalmente los eneros en México. Por eso la gente hace compras de pánico y nos pasa como a los perros que se lamen las heridas: empeoramos la situación en vez de aliviarla. Extrañamente, no leí en los periódicos de aquellos días la noticia del desabasto en algunas gasolineras. Obvio: no era ninguna novedad. Cuestión de esperar y listo.

AMLO hizo bien en aprovechar la cuesta de enero para patear el pesebre al huachicoleo. Hizo bien en cerrar los ductos para fastidiarles el jugoso negocio uno cuantos días. Además, los retrasos en el suministro de combustible de cualquier forma se iban a dar. ¿Empeoró la herida? No. Más bien le puso una cura ranchera. Ahora los desabastos cobran un sesgo patriótico: se trata de defender nuestros hidrocarburos. Acabar con una dolencia de ese calibre, bien vale nuestro sacrificio personal. El que se oponga, es un insensible y quizá hasta un traidor a la patria. ¿Por qué? Porque se pondrá directa o indirectamente, del lado de los huachicoleros.

Hasta aquí todo bien. Pero vienen los asegunes. Las buenas ideas no son buenas, si no se ponen adecuadamente en marcha. Y combatir el huachicoleo no es una buena idea, si no se acompaña de detención de criminales, de altos directivos de Pemex y hasta de algún ex Presidente de la República.

Y es que AMLO tiene la mala costumbre de denunciar delitos sin culpables. O los perdona. O los exculpa. Olvida que siempre, detrás de un crimen, está la mano de uno o varios bandidos. Que los detenga masivamente la justicia mexicana. Que los ponga tras las rejas. Que purguen una condena larga y dura. Así nos sentiremos muy ufanos, muy patrióticos y nada decepcionados mientras esperamos en la fila de una gasolinera dos o tras horas, a que nos llenen el tanque del auto.