EDITORIAL: El día después de mañana

El mundo vive en la actualidad una crisis sin precedente, tanto por su origen como por su magnitud. La parálisis de la actividad económica ha tumbado la demanda por bienes y servicios, disparado el desempleo y derrumbado los mercados financieros.

El comportamiento de los precios es mixto: se incrementan los de aquellos bienes de consumo básico y cuya escasez se acentúa; y se reducen los de aquellos que no son indispensables y cuya demanda se ha reducido. Gracias a este fenómeno, de movimientos bidireccionales en los precios, y la caída en la producción de muchos sectores, se amortiguará el incremento inflacionario que naturalmente se da en un ambiente de devaluación de la moneda.

Dudo mucho que en este caso haya algún país ganador en el mundo. Para México, los riesgos y retos son aún mayores. Nuestra condición y situación no ayudan. Somos el principal exportador a Estados Unidos, con lo que podríamos beneficiarnos con la depreciación del peso, pero con las plantas cerradas, ¿qué vamos a exportar?

Las coberturas petroleras darán un respiro a la salud financiera de las finanzas públicas, pero no serán suficientes para contener la caída sustancial de los precios internacionales del petróleo. Cuando menos en este caso hay un beneficio directo para la población, que puede adquirir una gasolina más barata.

En aras de reactivar las inversiones, Banco de México ha reducido su tasa de referencia. Con esto, y un riesgo país creciendo, los capitales golondrinos comienzan a volar.

No nos queda más que echar mano de nuestro ingenio para sobrellevar estos días difíciles. Preparémonos para arrancar con todo tan pronto la contingencia se levante para recuperar el tiempo perdido. Dicen que lo que no mata, fortalece.

El día después de mañana, cuando todo esto pase, el mundo será diferente. La ecuación y el equilibrio de poder cambiarán para muchos. A nivel internacional, la economía china saldrá fortalecida, a expensas de la norteamericana. La resiliencia, la iniciativa y la capacidad de adaptación serán atributos altamente valorados. Incrementará la dependencia en la tecnología, incluidas las clases a distancia, y los viajes de negocios se reducirán.

Las empresas intensificarán su apuesta por la automatización y los gobiernos y la iniciativa privada invertirán más en salud y en plataformas virtuales para ofrecer sus servicios. El impacto positivo que la pandemia está teniendo en el medio ambiente será prolongado con iniciativas atrevidas y audaces.

Pero lo más importante de todo será el cambio social. Se está generando una solidaridad entre la gente de todos los países. La sociedad está aprendiendo a organizarse sin depender de las directrices oficiales y a generar sus propias conclusiones. Sin duda se está gestando una maduración comunitaria que cambiará los cimientos de las estructuras sociales del planeta y que puede ser el inicio de la creación de la sociedad justa y equitativa a la que todos aspiramos.