EDITORIAL: El próximo Bolsonaro mexicano y la amante brasileña de Vasconcelos

Hace muchos años, José Vasconcelos escribió La Raza Cósmica. Suponía que el futuro de la humanidad estaba en el mestizaje. La idea no hubiera resultado extravagante, de no haber añadido Vasconcelos que los indígenas mexicanos son seres inferiores. Los aztecas eran un pueblo de antropófagos, sin cultivar ninguna de las bellas artes.

Cuentan los chismosos que a Vasconcelos se le ocurrió su tesis de la raza cósmica (que no pasaba de ser un chiste sin gracia), durante un viaje a Brasil. El Maestro de América, que tenía corazón de hotel, se enamoró de una carioca mestiza: o más bien se erotizó tanto con su nueva conquista sexual, que le dedicó un libro entero elogiando la mezcla de razas, sin mencionarla a ella directamente.

Vasconcelos (padre del actual senador Héctor Vasconcelos que es muy buen pianista no como Javier Lozano) era un machista de lo peor, nazi, homofóbico, anti-indígena y con certeza, al final de sus días, modelo de intolerancia. Estas prendas poco intelectuales, no son extrañas para los mexicanos ni para los brasileños: buena parte de la clase alta de México y Brasil, hoy como hace setenta años, es machista, anti-indígena e intolerante.

¿Por qué entonces los brasileños están a punto de elegir a un Vasconcelos (sin su talento intelectual) en la figura de Jair Bolsonaro, y en México elegimos a AMLO, que tendrá muchos defectos, menos el de ser machista, homofóbico y fascista? Porque en Brasil están hartos de la clase política (hartazgo que también reflejaba Vasconcelos en sus discursos) y en México todavía respetamos en el fondo de nuestro corazón a los políticos, tanto que AMLO es un político, todo lo outsider y extravagante que se quiera, pero un político al fin. Y ya se sabe que unos crean la fama y otros cardan la lana.

Bolsonaro, en cambio, al igual que Vasconcelos, representa la derecha más recalcitrante, que no cree en los indígenas del Amazonas, asume su campaña presidencial como una purga severa de sus rivales y le gustaría zapatear sobre la tumba de sus enemigos (Vasconcelos aseguró que lo hizo sobre la tumba de Carranza). En México ahora sí de plano dejamos de creer en los políticos, incluso los de Morena comienzan a erosionar rápidamente su imagen de salvadores de la Patria. De verdad, estamos a un paso de que surja el equivalente mexicano de Jair Bolsonaro. Y entonces sí, que Dios nos agarre confesados.