EDITORIAL: La marcha del silencio de los inocentes o los fifís en pie de guerra

La marcha del silencio o marcha fifí de ayer domingo, es una enfermedad que cree ser su propio remedio. Los supuestos convocantes (un periodista que escribe pésimas novelas históricas, unos patrocinadores empresariales que no dan la cara, una caterva de intelectuales ofendidos) podrán ser todo lo inteligentes que se quiera, pero carecen del mínimo sentido de la oportunidad.

En vez de esperar a que AMLO acumule más metidas de pata (las suficientes para lincharlo bien y bonito), los “chalecos México” se le van a la yugular con planteamientos extremistas: piden su renuncia por comunista, por loco, por tirano, por “acabar con la libertad de expresión” o porque su gobierno “ha destruido la economía de México” en menos de cinco meses. ¿Tanto así? Los argumentos son tan excesivos, tan paranoicos, que sólo atrincheran más a la mayoría activa, integrada por los millones de defensores del tabasqueño.

La marcha del silencio, con sus 15 mil caminantes zombis, se dispersó en sus efectos, por culpa de los líderes opositores que carecen de visión crítica: Javier Lozano manipulando fotografías, Vicente Fox al frente de una cantidad ínfima de manifestantes, Felipe Calderón pidiendo que los marchistas se afilien a su fantasmal organización política. Son opositores tan despistados, que no están a la altura de su misión política.

De mantenerse en el terreno de la exageración, del delirio ideológico, los enemigos de AMLO habrán diluido en pocos meses el efecto de su amplia inversión económica y escasa capacidad organizativa. Y peor: sepultarán con paletadas de calumnias la crítica objetiva contra el gobierno de AMLO que tratamos de ejercer algunos periodistas imparciales.

La marcha del silencio significó el esfuerzo (aún no masivo), por abrir un boquete en el barco en el que vamos todos los mexicanos, acusando al capitán de autoritario. Hasta ahora, el agua que se filtra por el boquete se puede sacar a cubetazos, pero mañana podría crecer el riesgo de naufragio. Entonces sí la llevaremos todos.