EDITORIAL: La ventaja de la felicidad

Siempre estamos posponiendo y condicionando nuestra felicidad a un evento futuro: cuando logre tal negocio, cuando tenga tanto en mi cuenta bancaria, cuando resuelva tal problema. Es decir, vemos a la felicidad como una consecuencia del éxito en nuestras vidas. El enfoque es erróneo. De hecho, la experiencia demuestra que la relación es al revés: primero la felicidad, luego el éxito.

Shawn Achor, autor norteamericano y promotor de la psicología positiva, presenta esa teoría en su libro “La ventaja de la felicidad”. Achor es egresado y profesor de la Universidad de Harvard, cuya comunidad estudiantil participó como insumo para realizar sus experimentos iniciales.

La depresión y los padecimientos físicos generados por estrés son problemas serios de salud que cada año se acentúan, saturando los hospitales y llenando los cementerios. Según fuentes oficiales, hace 50 años la edad inicial de padecer problemas depresivos rondaba la treintena de años, ahora anda sobre los 15.

El propio ambiente social y laboral nos ha llevado a ese punto. Nuestros cerebros son contaminados permanentemente por las noticias negativas. Las escenas grotescas de tragedias, accidentes y asesinatos brutales dejan poco a la imaginación. A diferencia del pasado, ya no es necesario buscarlas proactivamente en rotativos o noticiarios, pues ahora las redes sociales se encargan de ofrecerlas a toda hora.

Mientras no salgamos de este círculo vicioso, explica Achor, será muy difícil alcanzar nuestras metas y realizarnos como personas. Para tal efecto, propone una serie de principios básicos y consejos prácticos. Por ejemplo, enfocarnos en lo positivo, trabajar primero en logros pequeños o generar incentivos para cambiar nuestros hábitos.

Al enfrentar problemas solemos retraernos y aislarnos, cuando la mejor receta antidepresiva es socializar, convivir con los amigos y estar más cerca de la familia. Estudios demuestran que los optimistas alcanzan más metas y más fácilmente que los pesimistas, y que quienes se visualizan como sujetos con suerte, regularmente la tienen.

No es fácil lograr la felicidad por decreto, pero tampoco imposible. La felicidad es un estado mental, y como nuestros cerebros son moldeables aún en edad adulta, es posible dirigirlos gradualmente a un estadio de felicidad permanente mediante una serie de dinámicas. Ser optimista y feliz depende mucho menos de las circunstancias externas y mucho más de nuestra voluntad.

Intentémoslo. Si lo conseguimos mejoraremos nuestro entorno y obtendremos la ventaja de la felicidad necesaria para triunfar en los distintos ámbitos de nuestras vidas.