EDITORIAL: Los chacales de Rafael y Martha Erika

En el reino animal, el chacal tiene mala fama. Así apodaron a Victoriano Huerta, entre otros sobrenombres como El Usurpador,  y al terrorista venezolano, Ilich Ramírez, conocido como Carlos el Chacal. Estos animales son buenos depredadores; suelen estar a las vivas para hundir los dientes en sus presas, o en los malos tiempos, para husmear en la carroña.

Un helicóptero se desplomó el pasado 24 de diciembre, envuelto en llamas, matando a Rafael Moreno Valle y a Martha Erika Alonso, entre otras víctimas. Apenas se identificaron los cadáveres cuando en las redes sociales comenzaron a correr los chacales de la política y de la prensa mexicana. Nunca faltan. Siempre sobran.

Uno de ellos, Gerardo Fernández Noroña, insiste en que Moreno Valle “era terrible” y Martha Erika “su cómplice”. Se le olvida que hasta los ejércitos enemigos hacen una tregua en temporada decembrina. Por algunos días, durante el fin de año, se ondea bandera blanca. Con mayor razón si se añade la muerte de uno o varios seres humanos por causas naturales o violentas. Es de bien nacidos, al menos en estas circunstancias, respetar el luto y quedarse callados. Pero Fernández Noroña no es un bien nacido. Es un chacal que sigue haciendo la guerra contra dos muertos recientes, que no se pueden defender.

El otro chacal es Javier Lozano. No abrió una tregua ni siquiera durante el funeral de la pareja poblana. Entre el llanto de los deudos, Lozano culpó al Presidente López Obrador de polarizar el país y por ende (¿por ende?) provocar directamente estas muertes trágicas. A lo lejos, un demente gritaba “asesina” a la Secretaria de Gobernación. Un chacal de izquierda y otro chacal de derecha, tienen más semejanzas que diferencias. Uno es el oportunista típico, el otro es el desaforado que cree ganar así la candidatura a gobernador por el PRI y sus satélites. Ni uno ni otro tienen buenos instintos: hurgan la carroña y quieren sacar partido.

Los demás chacales no tienen la menor importancia: casi no cuentan. Sobre todo los de la prensa extrema. Han estirado tanto la liga, han abusado tanto de la conspiración y la exageración burda, que nada tienen qué esclarecernos de esta accidente decembrino; los lee uno por morbo, por ver hasta dónde llegan sus delirios paranoides. Los malos tiempos son temporada de zopilotes. Ahora inicia otra temporada: la de los chacales. Ambas especies, entre el género humano y entre la fauna mexicana, no están (hasta ahora) en peligro de extinción.