EDITORIAL: Los motivos íntimos de Tigres y Ferretti

Ser indiferentes al futbol no nos vuelve mejores ni peores personas. Cada quien hace con su tiempo personal lo que se le pegue la gana. A esto se le conoce en economía como preferencia temporal. Si uno quiere cultivar una afición u otra, será su decisión; cada quién sabe en qué invierte sus horas libres.

No será este artículo un análisis  para hablar del futbol como fenómeno de masas. No creo, eso sí, que este deporte sea el opio del pueblo ni una forma de manipulación social. Es una entre tantas maneras de distracción colectiva. Es un simple pasatiempo y al mismo tiempo un negocio millonario.

Tigres no es un equipo, es una marca. Como club no entretiene, retiene. Ferretti no sabe ganar, simplemente no quiere perder. Lo de menos son los partidos, lo de más es el posterior fichaje de jugadores, la renovación de los logos y camisetas, el incremento de sueldos y bonos, contratos y patrocinios.

Últimamente Tigres estimula emocionalmente a la afición, a través del fastidio y la monotonía como estrategia. Ser técnico es un modo de empleo y Ferretti lo hace muy bien: la paciencia es aburrida o no es; el que no arriesga sí gana, el que arriesga se la juega. Y aquí no se trata de ganar sino de seguir concertando negocios.

Pero no vale confundir la profesión de este técnico tedioso, con el ocio de buena parte de los aficionados. Lo que en él es recursos para generar dinero a raudales, en los aficionados debe ser mero pasatiempo. Lo que en él es capacidad de prever y pensar en su propio bien, de su familia y de las empresas que representa, en los aficionados es un hobby. Si Ferretti ha asumido el futbol como su profesión de vida, estaría mal que los aficionados tomasen este pasatiempo como único propósito de las suyas.

El futbol será una mala preferencia personal (tan mala como entrar a todas horas a Instagram, jugar en los casinos o quedarse acostado el día completo) si gastamos la mayor parte del tiempo personal en esta afición sin más beneficios que el desfogue de nuestro estrés semanal.

Si nuestra única meta existencial es que los Tigres ganen el clásico, la banalidad suplantará los logros profesionales y hasta familiares propios. Ferretti sabe administrar bien sus preferencias temporales y así ha dirigido ocho años al equipo (explosivo en la forma, reservado en el fondo). Tracemos bien las nuestras y evitemos estancarnos en la dicha inicua de perder el tiempo, viendo aburridos partidos de futbol. Ahora bien, qué bueno que ganaron los Tigres el Torneo Clausura 2019. Me da gusto porque siempre he sido Tigre.