EDITORIAL: Morena en Nuevo León o cómo se atarantan los diputados novatos

AMLO regañó a los seis diputados locales de Morena en Nuevo León. Su voto en favor del aumento de impuestos estatales le salió caro a estos legisladores novatos. Y ni siquiera lo hicieron por dinero, o por recibir un moche. ¿Quién les dio línea para contradecir el discurso nacional de Morena de no vapulear más los bolsillos de los contribuyentes? A sotto voce, dicen ellos mismos que fue Yeidckol Polevnsky. Es probable.

Algunos se salvaron de la reprimenda porque salieron de la ciudad, como Claudia Tapia. Otros, incluso comentaron que su lealtad está sólo con su coordinador de bancada local, antes que con AMLO, una balandronada que recibirá castigo del Presidente si se llega a enterar (y ya se enteró). Pocos estados como Nuevo León donde Morena esté más conflictuado, metido en una guerra interna que los borrará del mapa electoral si no se ponen pronto de acuerdo, si siguen como están: la dirigencia estatal jalando para un lado, y la bancada local jalando para el contrario. ¡Ni en Jalisco, siquiera!

Los legisladores locales de Nuevo León están inconformes con la dirigencia nacional de su partido. Sienten que los usaron. Que Yeidckol les tiró línea y luego escondió la mano. Que los del PT hicieron lo mismo y que nadie les reclamó nada. Ilusos.

Se olvidan los morenistas quejosos que de esto se trata la disciplina partidista. O en palabras más simples, que en el Congreso de Nuevo León, así como en el de la Unión, todos los perritos tienen dueño. A eso van. O más bien, a eso los mandaron. No se hagan.

Cambiar la imagen pública de estos perritos resultará difícil. Palo dado (y voto dado), ni Dios lo quita. Los diputados locales nuevoleoneses, tan remolones, tan rejegos, dicen que de nada les hubiera servido votar en contra del aumento de impuestos. Que la aplanadora legislativa los hubiera aplastado. Pero su voto en contra no era cuestión de eficacia, ni siquiera de principios; era cuestión de buena imagen pública. Y esa ya la perdieron, irreversiblemente. Yeidckol les jugó chueco. Pero ellos se dejaron. ¡Quién les manda, por despistados! Suerte para la próxima (si es que tienen próxima, porque diputados federales ya no serán ninguno de ellos).