EDITORIAL: Opacidades de la nueva Guardia Nacional

José Vasconcelos decía que cuando se saca a los militares de los cuarteles no se les vuelve a meter en mucho tiempo. La voz de Vasconcelos se volvió profeta: van dos sexenios con los militares fuera de los cuarteles, y todo pinta a qué serán tres, cuando menos.

No es para nada una buena señal. La militarización del país no se absuelve de pecado legalizando la presencia militar en las calles. Ni siquiera con un marco jurídico a modo ni justificándola con la intervención del Ejército en la guerra contra el narco. Su legalización es el principal síntoma de un soberano y rotundo fracaso: el crimen organizado ya rebasó desde hace muchos años a las instituciones civiles. Los cuerpos de seguridad estatales y municipales están corrompidos de la epidermis a los tuétanos.

¿Brotan las amenazas de un régimen militarista? Sí, una amenaza que cala hasta los huesos y circula por las venas de este organismo tan lastimado que es México. Según AMLO y el futuro secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, con su enredado plan de seguridad pretenden legalizar desde la Secretaría de la Defensa, una nueva fuerza, con efectivos del Ejército, la Marina, la Policía Federal y otros reclutas. La nueva Guardia Nacional (que requiere reforma constitucional), estará cobijada por la SEDENA, con alrededor de 150 mil efectivos; se compondrá de nuevos nombres y nuevos uniformes, pero con los mismos resultados que hasta ahora se han arrojado. ¿Por qué tendrían que actuar diferente a partir de ahora si Durazo no publica cuánto incrementarán el presupuesto de este nuevo organismo militar?

Durazo tampoco ha tocado el tema de que, como consecuencia de su opaco plan de seguridad, serán militares, soldados y marinos, quienes frenen las marchas ciudadanas y los bloqueos de carreteras. Seguirán siendo policías militares y Policía Naval quienes patrullen las calles. Resta poco para que se ordene el Toque de Queda. No se hagan: ¡qué miedo! No haya uno a qué santo encomendarse.