#EDITORIAL: Tierras flacas en Nuevo León por la sequía

Visité ayer la presa Cerro Prieto en Linares. Un páramo desolador ahí donde debería haber agua a borbotones. Corremos el riesgo en Monterrey de quedarnos muy pronto sin el líquido vital. Esta sola presa debería enviar a la red de agua potable 2, 639 metros cúbicos por segundo. Ahora no suministra ni la décima parte. Altas temperaturas y clima seco. La peor combinación para quedarnos encalmados, sedientos. Tendrían que caer aguaceros torrenciales para abastecer las tres presas del Estado. O sea, escenario difícil. Todo pinta a que las presas y los pozos se sequen en su totalidad en unas cuantas semanas. Ojalá en Mayo se venga un huracán (yo que los odio tanto) como para que abastezca los mantos acuíferos. No hay de otra. 

Un linarense, amigo mío, me pregunta mi opinión de la Presa Libertad. Pues vamos a ver. Todos los gobernantes tienden a considerar las obras públicas, sólidas y grandotas, como la mejor prueba de que alguna vez fueron mandamases. Hasta aquí todo bien, porque se trata de dotar a Nuevo León con una presa extra a las ya existentes: Cerro Prieto, El Cuchillo y La Boca. Pero vienen los asegures.

Se dice que el embalse Libertad, que comprenderá 2,292 hectáreas en los límites de los municipio de Linares y Montemorelos, sólo cubriría bien el abastecimiento garantizado de agua por 5 o a lo sumo 10 años (1,600 litros por segundo de agua, para 750 mil habitantes de la zona metropolitana). Eso no alcanza a cubrir el problema de la sequía en Nuevo León. En el sur del Estado, por ejemplo, se agotan los estanques donde abreva el ganado. 

Después, al igual que las otras tres presas, la Libertad será insuficiente y sufriremos de nuevo desabasto de agua, por lo que nos veremos en la necesidad de construir a la postre, otra presa más. El cuento de nunca acabar. No es dato menor, si reparamos que el chistecito le costará al erario más de 9 mil millones de pesos y concluirá en sus trabajos completos de construcción en algo menos de 30 años.

Jaime Rodríguez, cuya iniciativa es de entrada positiva, tendrá que pensar dos veces la decisión de la Libertad, sobre todo porque bajará la calidad crediticia de Agua y Drenaje considerablemente, cuando hacen falta más obras públicas que lleven el agua a los diversos confines de Nuevo León y el mantenimiento de la red de distribución en las ciudades. Eso sin contar con que en los terrenos donde se contempla construir la presa, hay siete vestigios arqueológicos, prehispánicos, en riesgo de desaparecer. 

Y lo peor: a 35 kilómetros de la cuenca del Río Potosí existe una falla geológica que con cualquier evento sísmico fuerte, dañaría lo construido. Ya hemos resentido esos reacomodos tectónicos. 

¿Hay otra alternativa a la presa Libertas? Sí: no construir un embalse grandote, sino varios más pequeños, bien distribuidos en la geografía del Estado. Así no disputaríamos el agua de la presa Libertad a los más de mil 400 pozos del acuífero de la Región Citrícola. 

Por supuesto, presas y contenedores chicos no relumbran ni apantallan tanto como una gigante, que eternice al gobernante en turno. La verdad, saldría más barato juntar dinero entre los nuevoleoneses para construirles a estos próceres una estatua. Y así todos contentos.