EDITORIAL: ¿Un traidor en el equipo de AMLO?

En el gabinete de AMLO ronda un traidor. Eso se dice en los pasillos de Palacio Nacional. Eso se rumora cada vez más fuerte entre los cercanos al preciso. Y las acusaciones apuntan a Bucareli.

Hasta hace unos días, Olga Sánchez Cordero había asegurado al Mandatario que la Sala Superior del Tribunal Electoral de Poder Judicial de la Federación, anularía la elección en Puebla. La prueba de que las cosas no podrían marchar mejor, fue el proyecto de sentencia del magistrado José Luis Vargas: ni mandado a hacer para abatir los ánimos opositores. Anulación de elecciones ya cantada. Al menos eso les hizo creer Vargas al equipo de Gobernación. ¿O el engaño fue un simulacro entre SEGOB y el Tribunal Federal Electoral? ¿Valores entendidos con quién?

Doblaron las campanas del gobierno federal a rebato, celebrando una anticipada victoria. Sería la primera patada oficial sobre los oponentes del nuevo gobierno. Rafael Moreno Valle pidió incluso varías audiencias con doña Olga: se veía perdido. O eso le hacía creer. O eso hacia creer doña Olga al mandatario.

Yeidckol Polevnsky ya había cabildeado con algunos medios afines pormenores de la exitosa negociación que haría gobernador a su compadre Miguel Barbosa. El propio subsecretario de Doña Olga, el solicitó Zoé Robledo, inexperto como nadie entre los miembros del gabinete, se ufanaba de su operación impecable: según él.

De pronto, todo el plan se puso de cabeza. Mal manejo. Mal cabildeo. Pésimo control de variables. Una inesperada revolcada de perros. Janine Otálora, Presidenta del Tribunal Federal Electoral se le volteó de buenas a primeras a doña Olga, cuando ya se suponía arreglada. El proyecto de sentencia de José Luis Vargas se reveló como lo que en verdad era: un engaña-bobos, un “estense quietos”, mientras se preparaba el fallo adverso.

Y ratificaron como gobernadora de Puebla a Martha Érika Alonso. Queda apuntalado Moreno Valle (el auténtico mandamás de ese estado y un grillo marca disblo) como el opositor que gana cada vez más adeptos entre el empresariado. Trae cartera llena, cabilderos diestros y a un presidente del PAN, Marko Cortés, que tendrá que bailar al son que le toque Moreno. Fue una victoria tan facilona, tan de primaria, que se antoja pactada con alguien del gabinete de AMLO que intencionalmente le rindió malas cuentas a su jefe. A eso se le llama traición cuando la guerra apenas empieza. Una batalla que perdió doña Olga, que perdió AMLO, que perdió Palacio Nacional, cuando ya se creía ganada. ¿Quién del gobierno federal gana (y cuánto gana) cuando se vende al enemigo la plaza? Ya se ve claro: temporada de zopilotes en puerta.