El día posterior: desesperación en la Casa Blanca

Unas horas después de que cerrara la jornada electoral en Estados Unidos, la Oficina de Prensa de la Casa Blanca anunció la rueda de prensa en la que el presidente Trump respondería a los corresponsales de los medios de comunicación las interrogantes que ha generado su reacción ante los resultados de la elección.

Aunque Trump ha insistido en que está cómodo, tranquilo, y satisfecho con los resultados de las intermedias, la realidad es que su reacción ante los cuestionamientos de los medios de comunicación, pusieron al presidente irremediablemente contra las cuerdas. Durante la rueda de prensa, se pusieron muchos temas sobre la mesa, incluido el hecho de que su administración haya llevado el fenómeno migratorio al grado de invasión y amenaza a la seguridad nacional.

La sesión con los medios mostró nuevamente a un presidente intolerante, autoritario, y con una amplia necesidad de hostilidad hacia la prensa. La cancelación de la acreditación de Jim Acosta no sólo demuestra un abuso de autoridad, demuestra además la fractura inminente del Estado de Derecho en Estados Unidos.

El gobierno que es para la gente, de la gente, y por la gente, hoy demuestra una vez más que ante los cuestionamientos y la falta de consenso, la respuesta siempre será la represión.

El ataque a la libertad de expresión, la descalificación de los medios, y el insulto a los periodistas llegó al límite máximo; el trasfondo de esta tensión radica en que el momento político de Trump no es nada sencillo. El control de los demócratas en la Cámara de Representantes pone sobre la mesa la posibilidad de una investigación profunda al ejecutivo mediante la invocación del subpoena, recurso de atribución mediante el cual los diputados podrían, como órgano colegiado, solicitar todos los correos electrónicos del presidente Trump de temas considerados comprometedores, para el interés nacional de Estados Unidos.

Si a esto agregamos que es la Cámara de Representantes quien analiza y aprueba los recursos federales, entendemos la postura incómoda para los próximos dos años del Partido Republicano. Los demócratas, si bien no lograron el anhelado tsunami azul, sí lograron reposicionarse como el partido mayoritario de las mal llamadas “minorías”.

Con candidatas y candidatos que desafiaron las leyes de la tradición política estadounidense, se integran a la lista de nuevos cuadros políticos mujeres destacadas por su liderazgo comunitario y su agenda personal; en un gobierno diseñado por hombres y para hombres, la participación política de la mujer es hoy, un parteaguas histórico.

La estrategia incluyente de la agenda política demócrata apostó por el liberalismo que ofreciera a la población una opción más competitiva y menos polarizante que la del partido en el poder.

La operación política a ras de tierra del Partido Demócrata funcionó mejor que la del Partido Republicano, pues entregó distritos de alta densidad de población, y puso el mapa electoral casi en el nivel de 2012, cuando la aprobación y popularidad de Barack Obama estaba en su mejor nivel.

Con el presidente más impopular y desaprobado de la historia, los electores estadounidensesenviaron un mensaje claro a Trump: las intermedias entreabrieron quizá la puerta de la reelección, pero la población tiene la fuerza para cerrarla.

De las vastas lecciones que dejó la jornada electoral en Estados Unidos, la más contundente es aquella en la que se la percepción de polarización se transforma en realidad, en la que el velo del autoritarismo se esfuma para mostrar la cara más dura de un inquilino que ya lo confirmó, quiere habitar la Casa Blanca otros cuatro años más y está dispuesto a dar batalla para lograrlo. Aunque tenga que pasar sobre las instituciones.

Los próximos dos años serán intensos y políticamente interesantes, si los demócratas quieren seguir en avanzada, deberán concretar esos nuevos cuadros políticos para perfilarse como una opción viable hacia el 2020 y el 2022.

FUENTE: forbes