El programa de espionaje de «El Chapo» para supervisar a su esposa, socios y amantes

Es 2008 y Christian Rodríguez aterriza en un territorio clandestino en medio de la Sierra Madre. Su próximo cliente, Joaquín Guzmán Loera, desea comprar tecnología para hacer sus comunicaciones más seguras. Su tarea es crear una red de alta seguridad para proteger las conversaciones de “El Chapo” con el resto de los hombres importantes del Cártel de Sinaloa, así como evitar dar pistas que puedan dar con su captura.

Cristian Rodríguez es un ingeniero en sistemas colombiano de apenas 22 años. Fue recomendado a Guzmán por Jorge Cifuentes, narco colombiano y socio de “El Chapo”, después de que contratara sus servicios para instalar un sistema que blinda las llamadas contra cualquier intento de espionaje.

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El capo mexicano pagó a Rodríguez aproximadamente 100 mil dólares en efectivo, que desembocaron en una serie de visitas del colombiano a las montañas de Sinaloa de forma recurrente. Desde ese momento, Rodríguez se convirtió en el experto en tecnología al servicio de “El Chapo”: no sólo diseñó una conexión a Internet estable y de alta velocidad en las montañas, también le facilitó un sistema de comunicación encriptado basado en voz sobre protocolo de Internet para evitar el uso de redes telefónicas y pasar desapercibido.

El funcionamiento de la red dejó tan satisfecho al narcotraficante, que acudió a Rodríguez con otra necesidad informática; esta vez requería de un sistema de espionaje que le permitiera saber qué conversaban su esposa, sus colaboradores más cercanos, algunos socios comerciales y hasta sus amantes.

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La solicitud fue resuelta por Cristian con FlexiSPY, un programa espía que una vez instalado en un dispositivo móvil brinda acceso a chats, mensajes y ubicaciones en tiempo real (vía GPS) a placer del administrador. El software fue instalado en 50 teléfonos celulares que posteriormente Guzmán regaló a todas las personas cercanas a él, mientras una computadora personal operada por él mismo concentraba la información obtenida de cada equipo.

“El Chapo” también podía activar el micrófono de los celulares y solía llamar durante un rato con sus contactos para después quedarse atento a escuchar lo que decían sobre él. Su afición a espiar a sus allegados fue tal, que dispuso de una persona para que le entregara resúmenes diarios sobre lo más relevante.

El plan maestro del FBI

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Un año más tarde, la noticia del colombiano y la red indescifrable del narcotraficante más buscado de México llegó hasta el FBI, que puso en marcha un plan propio de un hit taquillero de Hollywood: en febrero de 2010, el ingeniero colombiano fue citado en un hotel de Manhattan por un agente encubierto que se hizo pasar por un gángster ruso en busca de sus servicios.

Después de revelar los pormenores del software a su “potencial cliente” y sin mayor escapatoria, Rodríguez aceptó colaborar en las investigaciones y facilitar el acceso a la compleja red que diseñó para “El Chapo” Guzmán con tal de no enfrentar cargos en su contra.

Los detalles de esta historia fueron revelados en el 25to día del juicio que enfrenta Guzmán Loera en Estados Unidos por Stephen Marston, agente del FBI que participó en la operación que logró penetrar en las conversaciones más íntimas de “El Chapo” y sus allegados, presentadas como pruebas contundentes en contra de Guzmán Loera.

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En suma, se trata de mil 500 llamadas obtenidas entre 2011 y 2012 una vez que Rodríguez accedió a cambiar los servidores que alojaban su sistema de Canadá a Holanda, además de mensajes revelados por la empresa desarrolladora de FlexiSPY cuando el buró presentó una orden de cateo para solicitarlos.

Las comunicaciones incluyen conversaciones con Emma Coronel, una mujer llamada Agustina Cabanillas Acosta (con quien mantenía una relación sentimental y comercial en los Estados Unidos, donde se encargaba de distribuir droga) y otros miembros del cártel.

(Conoce aquí qué decían los mensajes íntimos de «El Chapo»).

Cristian Rodríguez, actualmente de 32 años, complementó la información en la corte sobre el uso del software. El colombiano participa en un programa de testigos protegidos con el gobierno estadounidense y recibió 460 mil dólares por concepto de gastos y servicios prestados para el FBI, además de estar eximido de cualquier cargo en su contra.

FUENTE: culturacolectiva