Estos tests nos van a permitir ver la pandemia en cuatro dimensiones: las primeras pruebas serológicas empiezan a salir del laboratorio

Desde que se dio la alarma de que se había encontrado una nueva enfermedad vinculada al Mercado de Animales Vivos de Wuhan hasta que se cerró la ciudad a cal y canto, pasaron 24 días. En ese corto espacio de tiempo, los científicos chinos tuvieron que identificar el virus, secuenciarlo, diseñar reactivos para diagnosticarlo y llevarlos a las clínicas de la capital de Hubei. Para entonces, ya había más de 1.000 casos en la ciudad, pero contábamos con una herramienta fundamental: los tests.

Las famosas PCR, los tests moleculares que pueden detectar el material genético del virus, han sido utilísimas para el diagnóstico de la infección aguda. Sin embargo, nos falta una pata fundamental para entender bien la pandemia: pruebas serológicas para detectar específicamente los anticuerpos contra el SARS-CoV2. ¿Por qué? Porque si hacemos una prueba PCR a una persona que ya ha pasado la enfermedad, dará negativa. Exactamente igual que alguien que no lo haya tenido nunca.

Las pruebas serológicas nos permiten ver la enfermedad en cuatro dimensiones

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La PCR («reacción en cadena de la polimerasa», por sus siglas en inglés) es un procedimiento que permite amplificar un fragmento de material genético de una muestra. Se toma una muestra de una secreción donde debería encontrarse el virus (moco o saliva) y, al procesarse la muestra, esta técnica permite copiar y multiplicar por millones la cadena de ARN que buscamos. Justo la que nos permite saber que el virus está presente en la muestra.

De esta forma, resulta mucho más fácil identificar virus o bacterias causantes de enfermedades. En su momento, fue una técnica revolucionaria que se mereció el Nobel de 1993 y, por eso mismo, es una prueba muy conocida y fácil de utilizar. Los investigadores chinos apuntaron rápidamente a una prueba de este tipo para empezar a diagnosticar. De hecho, esencialmente es la misma prueba que se ha usado en todo el mundo.

Sin embargo, presenta algunos problemas a la hora de estudiar la enfermedad con detalle. Como decía antes, cuando las personas superan la enfermedad definitivamente y el sistema inmune ha eliminado el virus, la PCR da negativo. Hace unos días, hablamos sobre cómo los nuevos positivos en pacientes curados habían hecho crecer el fantasma de la reinfección en China, Italia y el resto de países.

El problema de fondo es que no teníamos pruebas serológicas para identificar los anticuerpos que el sistema inmune de los pacientes había desplegado frente al virus. Cuando al principio de la epidemia decíamos que no íbamos a tener una idea precisa del número total de contagiados hasta que no tuviéramos «encuestas seroepidemiológicas», pensábamos precisamente en esto: la única forma de saber si alguien ha sido infectado es encontrando esos anticuerpos en su sangre. Necesitamos pruebas que nos ayuden a dibujar la epidemia en el tiempo, en cuatro dimensiones.

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Aunque, evidentemente, esa no es la única utilidad de este tipo de pruebas. Ayer mismo, Bill Gates sugería que la forma más rápida de combatir a la enfermedad era utilizando la sangre (el plasma) de las personas que ya se han recuperado. Con esas transfusiones se podría introducir anticuerpos en pacientes graves y ‘reforzar’ así su sistema inmune con anticuerpos «externos» como ya se hace con otras enfermedades para las que no tenemos tratamiento como el Ébola. Las pruebas serológicas, sin ir más lejos, tienen un papel muy importante a la hora de identificar donantes humanos que permitan una buena generación de este tipo de soluciones terapéuticas.

Evidentemente, hay muchos equipos que están trabajando en el desarrollo de este tipo de pruebas. Uno de los más prometedores es este test basado en ELISA que ha desarrollado un grupo internacional de investigadores. ELISA es en una técnica de inmunoensayo en la que el anticuerpo se localiza gracias a una enzima capaz de generar un producto detectable a modo de baliza. En este caso concreto, los antígenos recombinantes están ligados a una proteína del SARS-CoV-2.

Como en el caso de la PCR, se trata de una técnica muy conocida y accesible por lo que un test basado en ella tiene un gran alcance. Por ello, aunque aún es pronto para evaluar su efectividad real en las clínicas de todo el mundo, parece una excelente noticia para acabar una semana que no ha estado llena de ellas.

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