Huelgas en Matamoros: un bomba de tiempo para AMLO 

 

El talón de Aquiles del gobierno de AMLO está en Matamoros, Tamaulipas. Hasta ahora, la inflación tolerable, el dólar bajando, la estabilidad económica — aunque sin crecimiento — contradecían a los peores agoreros del desastre. El huachicoleo pintaba para ser una fuente de condena pública contra AMLO pero acabó inyectándole legitimidad. La gente (no la prensa enemiga que se dice crítica), lo respaldó, aún en accidentes como el de Tlahuelilpan, con 107 muertos (hasta ahora), e innumerables heridos. A cualquier otra administración federal estos hechos la hubieran mandado al fondo del abismo. ¿Suerte o astucia de AMLO? Lo mismo da. 

Pero la huelga en 26 armadoras automotrices de Matamoros, Tamaulipas, es otra cosa: un problema sumamente grave que se oculta tras la cortina de la supuesta justicia laboral; casi 37 mil obreros en paro forzoso, más de 70 mil millones de dólares en inversión extranjera que pueden quedar en entredicho. 

Aun así, funcionarios de alto nivel de AMLO le dan la razón a quienes manipulan a estos miles de trabajadores. En su odio a los patrones, estos funcionarios del gabinete de AMLO no toman en cuenta que la industria automotriz tuvo que absorber el reciente incremento del salario mínimo en la frontera, más la demanda de un aumento generalizado de 20% más bonos.

¿Quién manipula a los obreros de Matamoros? Un grupo de líderes vivales, comandados por una abogada de dudosos antecedentes: Susana Prieto Terrazas. La mujer ni siquiera vive en Matamoros sino en el Paso, Texas. Además, se dice ser militante de Morena y tener buenos amigos bien encumbrados en el gabinete de AMLO. Por lo pronto, nadie la contradice: está a punto de añadir entre los quejosos, a los obreros de las demás industrias de Tamaulipas y extender la huelga a Nuevo León. La Junta de Conciliación y Arbitraje ha dado entrada a todas las demandas y no contesta las llamadas de los representantes del gobierno federal apelando al sentido común. Malo el cuento. 

Las huelgas en Matamoros no son asunto únicamente de demandas laborales, ni de reivindicaciones ideológicas; es un tema de estabilidad económica. Y puede convertir un simple tropiezo en un descenso en caída libre, que afectará las inversiones extranjeras y vulnerará irremediablemente el resto del sexenio de AMLO.