IMCO: Hay carencia de representatividad en la consulta sobre la construcción del NAIM

El director general adjunto del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), Manuel Molano Ruíz, señaló que la consulta sobre la construcción del nuevo aeropuerto de Texcoco es un ejercicio público que carece estadísticamente de representatividad.

Ello, explicó, al ser impulsado por solo un sector, por lo que si tras la consulta se determina la cancelación del proyecto aeroportuario en Texcoco, lo único que se va a ocasionar es dañar la reputación de México como destino de inversión.

“Necesitamos terminar ese aeropuerto solo por un tema de reputación internacional”, insistió, luego de su participación en el foro denominado “Transformar con innovación: Un mejor futuro para el campo”.

Refirió que el momento de parar un proyecto de inversión de cualquier magnitud se debe hacer antes de empezarlo y no cuando está en proceso, pues con un avance considerable implica un costo estimado de 120,000 millones de pesos.

Manuel Molano Ruíz adelantó que además del impacto en la reputación, se deben considerar costos como la dificultad para conseguir fondeo para hacer el proyecto en Santa Lucía, y para otras obras propuestos mediante esquemas de asociaciones públicas privadas (APP).

Asimismo, indicó que otra implicación adversa de frenar el proyecto se encuentra en el uso futuro de la obra que está en proceso, la cual podría ser utilizada por invasores quienes aprovecharían las adecuaciones realizadas hasta el momento.

Por otra parte, descalificó el apoyo de José María Riobóo por transformar la base militar de Santa Lucía en un aeropuerto internacional, en caso de cancelarse el proyecto de Texcoco.

Añadió que el proyecto alterno de Santa Lucía carece de «un estudio serio de viabilidad», ya que solo el titular de Grupo Riobóo ha sido quien se ha pronunciado a favor del mismo.

En contraste, apuntó, el organismo especializados Mitre Corporation confirmó con modelos y análisis precisos la inviabilidad de adecuar la base área militar de Santa Lucía como una sede aeroportuaria alterna.

 

Fuente: El Economista