La 4T enfrenta en Pemex las elecciones sindicales más importantes del sexenio

A pesar de que la disidencia sindical ha crecido en los últimos años al interior de las secciones, eso no impidió que se presentara a las elecciones uno de los hombres fuertes de Carlos Romero Deschamps, Ricardo Aldana, quien encabeza la lista de candidatos.

Miles de trabajadores de Pemex elegirán hoy por primera vez de manera directa a su dirigencia nacional. Y aunque en varias de las 36 secciones creció la disidencia, en diferentes entidades, personal y aspirantes denuncian que las reminiscencias del poderío del exlíder Carlos Romero Deschampssiguen presentes.

Los históricos comicios para elegir a quien encabezará el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) llegan cuando el PRI perdió su enorme peso político en el país, pero no en esa organización. También cuando el gobierno federal tiene ambiciosos planes para Pemex, además de la meta de dejar un legado de transformación sindical.

Estas elecciones, obligadas por la reforma laboral a que sean personales, secretas y directas, y no a través de delegados, “le importan mucho a la 4T. Pero para que se vea que el cambio es real, de ninguna manera nuestro objetivo es construir una fuerza electoral o revivir el corporativismo hacia el gobierno. No es ésa la intención”, asegura el diputado Manuel Baldenebro (Morena)

“Lo que buscamos, desde que reformamos la Ley Federal del Trabajo (LFT) es que todas las organizaciones sindicales se democraticen”. Por supuesto, “los ojos están puestos en estas elecciones, son de suma importancia por todo lo que implica Pemex y su historia”, reconoce el presidente de la Comisión de Trabajo de la Cámara Baja.

El sindicato petrolero ha sido importante para la historia política del país desde su creación en 1935. Lo que sucede en este organismo ha sido sustancial para cada administración “en términos de la política laboral”, señala Héctor de la Cueva, coordinador del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS).

Además, durante la hegemonía priísta de más de 70 años, los votos asegurados de este gremio le eran necesarios. El dinero del sindicato, también. Y en la era panista, necesitaron su apoyo para que las reformas estructurales a Pemex no causaran conflictos laborales.

“Ha sido siempre factor clave en la relación política del Estado y para la vida política nacional por la importancia de la industria petrolera”. Por lo tanto, no es de sorprender que el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador “ponga en juego parte de supolítica laboral en el STPRM”, dice Héctor de la Cueva.

“Hay que reconocer la importancia que tiene la elección del STPRM para el sindicalismo en México, para el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y para la política a nivel federal y local”, señala Cirila Quintero, especialista en movimientos sindicales del Colegio de la Frontera Norte.

La académica hace hincapié en el “poder fuera de lo sindical” que el STPRM llegó a tener. La participación de líderes en la política a nivel local también ha sido una constante. De hecho, así comenzó el poder de muchos de los que ahora están en la dirigencia nacional.

El STPRM tiene casi 90,000 agremiados a nivel nacional que, según el cálculo solicitado a través del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (Inai), otorgan como cuota a la dirigencia del 2.5% de su sueldo. Según el analítico de plazas y remuneraciones de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), los salarios son de 7,058 pesos en promedio.

Por lo tanto, las cuotas sindicales suman, como mínimo, 154 millones de pesos anuales. Este monto equivale a la suma de las cuotas que aportan los sindicalizados de la UNAM, los electricistas, telefonistas, del servicio postal y de minería, según los registros de cada organismo sindical.

Además de las cuotas de trabajadores y trabajadoras, la empresa tiene obligaciones con el sindicato que sólo en tres años sumaron 1,312 millones de pesos gastados en viáticos, celebraciones, becas y hasta en bandas musicales.

Desde el inicio del sexenio, el presidente López Obrador anunció su plan de rescate de Pemex, en el que incluye mayor inversión y la construcción de la refinería en Dos Bocas. Por ello también le convendría que las elecciones se lleven a cabo en paz y con transparencia, opina Héctor de la Cueva.

Pero, sobre todo, en esta elección “se juega ante la opinión pública la eficacia de la aplicación de la reforma laboral y su propósito de democratizar el mundo del trabajo”. Por ello invitó a candidatos y candidatas a la conferencia, dice.

“La reforma laboral que aprobamos en materia de libertad sindical en 2019 será puesta a prueba” con esta elección, dice Baldenebro. “Aun quedan muchos pendientes para consolidarla”, pero se requiere tiempo, madurez de los sindicatos y sanciones a líderes corruptos, añade.

Símbolo histórico de corrupción

El sindicato de Pemex “es símbolo de corrupción, de opacidad, de corporativismo y antidemocracia”, señala el coordinador de CILAS. Para que el gobierno cumpla su cometido de limpiar la vida laboral, sindical y, general, la vida pública del país, como lo ha señalado el presidente López Obrador, “evidentemente el STPRM es un bastión”.

Quizá el periodo de mayor corrupción de esa organización haya ocurrido en el largo periodo de Carlos Romero Deschamps (1993-2019), originario de Tampico, miembro del PRI desde 1961 y legislador en cinco ocasiones distintas.

El exlíder prefirió renunciar cuando en esta administración la Fiscalía General de la República (FGR) inició investigaciones en su contra por lavado de dinero. Hasta ahora, Romero, quien participó en la Comisión de Energía del Senado durante la votación de la reforma energética del 2013, no había sido tocado por ningún gobierno.

En 1989, el influyente líder Joaquín Hernández Galicia, La Quina, fue condenado a 35 años de prisión por posesión de armamento. “El quinazo fue orquestado por Carlos Salinas de Gortari”, recuerda De la Cueva. El petrolero había apoyado la campaña presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas. Con ese movimiento, Salinas tomó el control del sindicato.

Otra muestra de poder del PRI en el STPRM, y del sindicato mismo, es que generalmente tenían representantes en el Congreso. En esta LXV Legislatura no tienen a nadie. La senadora Cecilia Sánchez, candidata a la dirigencia, es militante de Morena. En ese sentido, de ganar Ricardo Aldana, actual tesorero y mano derecha de Romero, garantizarían la continuidad del PRI al frente del organismo.

Ricardo Aldana, tesorero del STPRM, encabeza la lista de candidatos. Foto: Especial 

La sombra de Romero Deschamps

“En el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana(STPRM) estamos siendo pioneros de este tipo de ejercicio democrático”, dice orgullosa Lida Ruiz, trabajadora de la sección 47, en Playa del Carmen, Campeche.

Pero volviendo a la realidad que pinta el panorama, si Ricardo Aldana, tesorero de Romero Deschamps e implicado en el desvío de dinero del sindicato a la campaña presidencial de Francisco Labastida (Pemexgate), ganara “eso no le quitará que son las elecciones sindicales más grandes del sexenio”, reflexiona.

La semana pasada, candidatas y candidatos a encabezar el STPRM aprovecharon el espacio cedido en la conferencia matutina diaria del presidente Andrés Manuel López Obrador más que para presentar propuestas, para denunciar que Aldana y otros comisionados, “abusando de la posición que ocupan, nos quieren dejar en total desventaja a nosotros los verdaderos trabajadores”, señaló Cristina Alonso, una de las contendientes.

“El poder (que el grupo hegemónico) logró al interior del sindicato radicó en manejar el mercado laboral de Pemex”, dice Cirila Quintero. No todas las personas trabajan en las mejores condiciones, ya sea por su contrato eventual o por falta de mantenimiento en las instalaciones, y ambas situaciones las permitió el sindicato en los últimos 20 años, señala. “Hay gente que lleva años esperando una plaza y no la ha obtenido”.

Si bien desde hace años existe la disidencia, ha sido en la última década cuando ésta más ha crecido, especialmente en el sur del país. “Los trabajadores nos hartamos de no ser atendidos, de que nos les importen nuestros derechos, de la venta de plazas y de todo el dinero que se roban, todo es negocio para ellos (en la dirigencia)”, dice Lida Hernández.

En su contrato colectivo de trabajo gozan de muchos beneficios, pero “no hemos tenido una sola revisión como tal desde hace años. La conquista de mejoras se detuvo hace mucho”, apunta.

Por ello, la sindicalista hace un llamado al voto. Sin embargo, hasta el fin de semana, menos del 60% del padrón se había anotado. “Lo primero es la democracia representativa”, si los resultados colocan a Aldana en la secretaría general “habrá que seguir pugnando” para pasar a la democracia participativa.

El Economista