La huelga política acaba con graves disturbios en Barcelona y recrudece el enfrentamiento con la Policía

Alberto Di Lolli. 18/10/2019, Barcelona. Jornada de huelga general convocada en respuesta a la sentencia del ‘proces’. Disturbios en via Laietana.

El independentismo ofreció este viernes en Barcelona una imagen paradógica. Mientras miles de personas clamaban que eran «gente de paz» para reivindicar la libertad de los presos sobernistas condenados y pedir autodeterminación, a unos centenares de metros de ahí grupos de radicales, entre los que había secesionistas, se enfrentaban con la misma violencia que días pasados a la Policía Nacional cerca de la Jefatura, en Vía Laietena.

Los disturbios de noche se pasaron esta vez a la luz del día. Todo empezó con una protesta estudiantil frente a la comisaría en la que los manifestantes lanzaron pintura y huevos a los agentes, que no se movieron durante horas. Lo tuvieron que hacer cuando, casi a la misma hora que empezaba la manifestación a las cinco de la tarde, grupos radicales organizados se distribuyeron para montar barricadas, a las que prendieron fuego, y empezaron a arrojar cristales, piedras, cohetes pirotécnicos, bolas de acero y hasta un semáforo a los agentes.

La Policía tuvo que lanzar botes de humo y pelotas de goma para desplazar a los radicales, que iban con la cara tapada, y así pudieran entrar los camiones de bomberos a apagar los contenedores ardiendo. Los Mossos d’Esquadra alertaban de que los radicales cortaban señales de tráfico para lanzarlas al cordón policial. Algunos trabajadores de instituciones cercanas al lugar de los incidentes, como el Palau de la Música, se dedicaron a sacar estos obstáculos del centro de la calzada llegando a exponer su integridad personal y recibiendo los insultos de los manifestantes.

Los enfrentamientos se alargaron horas y se trasladaron a las calles de alrededor de la zona. La alta intensidad de los disturbios ha obligado a desplegar por primera vez la tanqueta de agua de los Mossos d’Esquadra, con la que han accedido por Via Laietana para abrir paso a los vehículos policiales entre las barricadas que ocupaban la calzada.

Tras el paso de la tanqueta, que no ha lanzado chorros de agua contra los manifestantes, éstos se han dispersado y han montado nuevas barricadas en diversos puntos de la ciudad, como Plaza Urquinaona, Ronda Sant Pere, Arco de Triunfo, Paseo Lluís Companys o Gran Via.

Así, en la quinta noche de disturbios, se han contabilizado al menos 33 detenidos, entre ellos el fotoperiodista de El País Albert García, que habría sido acusado de empujar a un policía cuando trataba de detener a uno de los alborotadores. El Sistema d’Emergències Mèdiques (SEM) ha atendido a 89 personas, tres de ellas con contusiones oculares y otra con una contusión facial, todas pendientes de valoración hospitalaria. A lo largo de estas jornadas de protestas, más de 200 agentes de las fuerzas de seguridad, entre Policía y Mossos, han resultados heridos.

Tensión entre vecinos y comerciantes

Barcelona vivió su quinta noche de disturbios violentos, una situación que está generando más tensión entre vecinos y comerciantes, quienes tuvieron que lidiar con una nueva jornada de paro por razones políticas. Asimismo, a lo largo de la jornada también hubo incidentes en otros puntos de Cataluña y cortes de carreteras.

Los disturbios pusieron el cierre a la jornada de huelga general convocada por el secesionismo para rechazar la sentencia del procés. Esta vez no tuvo como objetivo principal paralizar económicamente Cataluña, sino que, a la vista de lo sucedido este viernes, tuvo más bien la intención de despejar la agenda de trabajo y favorecer que el independentismo pudiera concentrarse a lo largo del día en Barcelona y subir la presión social.

Por eso el impacto de la huelga fue tan distinto al «paro de país» convocado el 3 de octubre de 2017, dos días después de las cargas policiales del referéndum ilegal, donde sí se aglutinó un consenso social mucho más amplio. La aturada de este viernes no contó con el apoyo de los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, ni tampoco el de las principales patronales catalanas, que sin secundar explícitamente los paros de hace dos años sí que aceptaron que se trataba de una situación excepcional.

Los datos de la Generalitat apuntan a un seguimiento del 35% entre los funcionarios y un alcance de entre el 60% y el 80% en el comercio; del 42,5% en la enseñanza pública; el 90% en las universidades y el 20% en la sanidad pública.

Foment del Treball: «Apenas se ha notado la huelga»

En cambio, la patronal catalana Foment del Treball rebajó el alcance de la huelga diciendo que «apenas se ha notado» en la mayoría de sectores y que, desde luego, el impacto «era más reducido» que el paro de 2017.

La principal demostración de que la convocatoria de ayer se parecía más a una celebración de la Diada que a una huelga general es que todos los bares y restaurantes alrededor de la zona de la manifestación estaban abiertos e hicieron negocio con las miles de personas que llegaron de otros puntos de Cataluña y que consumieron.

En otros barrios de Barcelona, los comercios permanecieron abiertos con total normalidad y no se vieron ni piquetes ni rifirrafes con quienes abrieron. Lo que supone otra diferencia más que notable con las protestas de hace dos años, cuando hubo más tensión entre los activistas por un 1-O reciente, con grupos organizados para obligar al cierre de numerosos establecimientos.

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