La incierta recuperación económica

Sin una vacuna real a la vista y sin datos realmente precisos del desarrollo de la pandemia es complicado prever el futuro de la economía mexicana.

¿Cómo será la recuperación económica en México?

Ya no hay duda de que la economía nacional se encuentra en una clara trayectoria ascendente. De acuerdo con los indicadores del Institito Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el punto más bajo de la actividad en este año se registró en mayo.

A partir de ese momento, casi todas las cifras indican una recuperación, si se considera como referencia el punto más bajo de la crisis.

Por ejemplo, el Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) mostró un claro rebote en junio al crecer en 8.9 por ciento respecto a mayo. La actividad manufacturera creció 26.8 por ciento en junio y otro 11 por ciento en julio. Desde luego, antes había caído 31 por ciento en abril. Por otra parte, las ventas minoristas subieron 7.8 por ciento en junio respecto a mayo.

Si las comparaciones son contra el mismo mes, o el mismo trimestre del año pasado, lo que se percibe es una fuerte caída de la economía, que en el segundo trimestre descendió en 18.7 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior, el peor descenso desde que hay registros trimestrales.

¿Cuál es la comparación pertinente en esta coyuntura?, ¿contra el periodo inmediato o contra el mismo lapso del año pasado?

Todo depende de lo que se quiera reflejar. Si lo que se pretende es ubicar cómo está la economía en el 2020 respecto a las tendencias de mediano o largo plazos, entonces las comparaciones anuales, o incluso a plazos mayores, son las indicadas.

Pero, si lo que se pretende es observar con microscopio la trayectoria de la economía en estos meses y detectar anticipadamente posibles cambios de dirección, entonces lo más adecuado son las comparaciones para plazos más cortos. En ese tipo de comparaciones es en dónde vemos una recuperación.

Si la trayectoria de los meses de junio, julio y agosto persistiera, entonces estaríamos claramente en una fase de recuperación de la economía nacional.

El indicador adelantado del INEGI, que trata de identificar el comportamiento cíclico de la economía, acumuló hasta el mes de mayo seis retrocesos consecutivos. En junio y julio, ya cambió su trayectoria y va para arriba ligeramente.

¿De qué depende que esa trayectoria ascendente se mantenga?

El factor más importante sigue siendo la pandemia.

La recuperación de la economía que hemos observado deriva, en buena medida, del proceso de reapertura. Si la dinámica de la pandemia permite que la tendencia a la normalidad de la actividad económica prosiga, entonces sí podremos observar una tendencia sostenida de crecimiento de la economía.

Pero, si por cualquier circunstancia, como la aceleración de contagios derivada de la misma reapertura o de la coincidencia de la epidemia de Covid-19 con la de la influenza estacional, entonces habría que cambiar de manera radical la perspectiva.

Y si para 2021 no tuviéramos claramente en el horizonte la perspectiva de una vacuna que se pudiera aplicar masivamente en México, entonces también habría que ajustar a la baja la previsión del crecimiento económico.

En sentido opuesto, si por algún milagro, antes de que terminara el año ya tuviéramos una vacuna registrada y autorizada, o incluso se hubiera iniciado el proceso de vacunación, en ese caso el rebote de la economía mexicana podría ser aún mayor.

Es entendible que el sector privado demande condiciones para una mayor inversión. Aun en el escenario de que estas se vieran, la dinámica dependerá más de la evolución de la pandemia.

Debe decirse que la forma que tenga la recuperación económica de nuestro país va a estar vinculada de manera directa con lo que pase en materia de salud también en Estados Unidos.

En el mediano y largo plazos habrá otros factores que incidan de manera más fuerte sobre la trayectoria de la economía. Sin embargo, para lo que resta del 2020 y al menos para el primer semestre del 2021, el resultado estará relacionado directamente con la trayectoria de la pandemia.

Los optimistas señalan que el proceso de reapertura que se ha aplicado en México no ha dado lugar a un rebote de los contagios como ocurrió en algunas zonas de Estados Unidos o en Europa, lo que se considera una buena señal.

Una medición de la apertura son los indicadores de movilidad de Apple Mobility, que señalan que entre el punto más bajo, que ocurrió en los primeros días de mayo, y la segunda semana de septiembre, la movilidad del transporte público se ha duplicado.

En el caso de los autos, el tráfico ya está, en el promedio nacional, solo 10 por ciento por debajo de los niveles previos a la pandemia.

En contraste, los pesimistas dicen que estamos en una ya larga ‘meseta’ en la cual no baja el volumen ni de contagios ni de los fallecidos de manera significativa.

El número de casos nuevos fue de casi 166 mil en los 30 días que antecedieron al 11 de septiembre; la cifra es menor que los 197 mil de los 30 días previos, pero mayor a los 161 mil que se produjeron entre el 11 de junio y el 11 de julio.

Además, también señalan que las cifras oficiales en realidad captan solamente una parte del fenómeno pues la baja aplicación de pruebas no permite tener una medición suficientemente precisa de los alcances de la pandemia.

Entre los expertos en salud, uno de los temores que existen es la ignorancia respecto al modo en el que van a interactuar los virus del Covid-19 y de la influenza. En México, lamentablemente, existe un porcentaje relativamente pequeño de la población que se aplica la vacuna en contra de esta enfermedad, lo que hace suponer que en cuestión de algunas semanas se van a sobreponer las dos olas, la del contagio del Covid junto con la del contagio de la influenza.

En realidad este problema lo van a vivir todos los países del hemisferio norte, en los cuales los índices de vacunación de la influenza estacional sean relativamente bajos.

Lo único que puede decirse con plena certeza es que nos encontramos en una etapa de alta incertidumbre. Quienes piensen que sofisticados modelos econométricos pueden anticipar el comportamiento de la economía en los siguientes meses, lo más probable es que se equivoquen.

Hay una gran cantidad de variables que serán muy influyentes y que en este momento se encuentran en una condición de gran incertidumbre.

Así que, las previsiones que puedan hacerse, desde las macroeconómicas que realizan el gobierno o el Banco de México, hasta las de las propias empresas, hay que tomarlas con reservas y más bien actuar con una gran cautela ante un entorno que pocas veces ha sido tan complejo y tan difícil de anticipar. 

Con información de Alejandro Moreno