Cientos de migrantes venezolanos sobreviven gracias a los narcocultivos en Colombia y bajo las estrictas normas de comportamiento que rigen en los territorios cocaleros de la frontera.
Dejaron de ser obreros, taxistas, pescadores o vendedores en su país para recolectar la hoja que sirve para fabricar cocaína, una actividad ilegal de la que apenas habían oído hablar y que los desgarra física y moralmente.
Eduar, quien pide ser llamado así para evitarse problemas cuando vuelva a Venezuela, es uno de los migrantes que se descalza y se mete a raspar coca en calcetines raídos. No soporta el calor en los pies. Suda a mares y lleva un sombrero alón de fique que le da un aire de espantapájaros en medio de los plantíos verdes.
Catatumbo es una zona prácticamente militarizada, grupos armados ejercen influencia y se disputan el control de los narcocultivos.
Hasta 2017 Catatumbo concentraba el 16.5% del total de las siembras ilegales en Colombia, el mayor proveedor mundial de cocaína.
Fuente: UnoTV