Varios senadores republicanos preocupan a la Casa Blanca

Ted Barrett, Manu Raju y Phil Mattingly

La campaña de alto perfil de Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata en el Senado estadounidense, para lograr que se presenten testigos a declarar en el juicio que se espera se le siga a Donald Trump en la cámara desvió la atención y la presión política hacia un puñado de senadores republicanos que se han tomado muchas molestias para evitar los reflectores.

Las posturas que este grupo variopinto de legisladores tiene sobre el juicio preocupan a la Casa Blanca y a los líderes del partido porque temen que algunos rompan filas y voten con los demócratas en varios temas clave relacionados con el juicio, según señalaron algunas fuentes a CNN.

Si cuatro de ellos desoyen los llamados de los líderes republicanos a procurar un juicio breve, sin testigos, el proceso podría trastornarse y generar la clase de incertidumbre salvaje que el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, dice que ha tratado cuidadosamente de evitar en negociaciones constantes con los altos funcionarios de la Casa Blanca.

En este grupo hay varios moderados que buscarán reelegirse, como la senadora Susan Collins de Maine, quien tal vez quiera mostrar que es independiente de Trump; veteranos experimentados como Lamar Alexander, senador por Tennessee, quien está por retirarse y tal vez no se sienta políticamente comprometido a respaldar a Trump, y francos detractores de Trump como Mitt Romney, senador por Utah, quien ha desafiado su presidencia poco ortodoxa y que tal vez quiera saber más sobre las acusaciones del quid pro quo con Ucrania alrededor del que gira el proceso de destitución.

Este grupo no es lo suficientemente grande como para poner en riesgo la presidencia de Trump: tendría que haber al menos 20 republicanos que rompan filas con Trump para conseguir los 67 votos necesarios para separarlo de su cargo y nadie predice nada como eso. Pero si se deslindan los suficientes, los demócratas podrían conseguir los 51 votos que necesitan para victorias clave como llamar a testigos a comparecer, exigir documentos y aprobar otras mociones procesales a lo largo del juicio.

McConnell está trabajando para evitar esa clase de sorpresas, pero no ha llegado a un acuerdo general en las negociaciones con Schumer para la definición de las reglas del juicio y dijo que los detalles del proceso podrían decidirse por 51 votos.

Los republicanos tienen una mayoría de 53 escaños contra 47, lo que significa que si tan solo cuatro republicanos votan con los demócratas, podría tener un efecto importante.

Además de Collins, la lista incluye al senador Cory Gardner de Colorado. Ambos están por reelegirse en estados en los que ninguno de los dos partidos predomina y necesitan conservar su atractivo para los electores independientes de su estado sin hacer enfurecer a los partidarios de Trump, sin quienes no pueden ganar.

Además de Alexander, otros de los senadores que preocupan son Pat Roberts, de Kansas, y Mike Enzi, de Wyoming. Ambos son presidentes de comisiones del ala regente de su partido, están a punto de retirarse y tienen rango e influencia.

Lisa Murkowski, senadora por Alaska, ha desafiado a Trump y al Partido Republicano al oponerse a la abrogación de la Ley de Cuidado de Salud Asequible y al votar en contra de la designación de Brett Kavanaugh a la Suprema Corte.

Es probable que Romney sea el crítico republicano más vocal de Trump en el Senado. Hace poco, Trump lo llamó «un ‘asno’ pedante que ha estado peleando conmigo desde el principio», gesto que seguramente no promoverá la lealtad de Romney, quien hace poco fuera precandidato a la presidencia.

Hay otros que podrían romper filas en ciertas cuestiones, como el senador Ben Sasse, de Nebraska, o la senadora Joni Ernst, de Iowa, quienes han criticado a Trump por varias cosas que ha dicho o hecho (especialmente respecto a los aranceles) pese a que Trump es popular en sus estados; y la senadora Martha McSally de Arizona, quien buscará la reelección en un estado en el que cualquiera de los dos partidos puede ganar.

En una conferencia de prensa, Schumer trató de intensificar la presión sobre este grupo de republicanos al declarar que espera el apoyo de ambos partidos a su propuesta de llamar testigos a declarar.

«Espero contar con el apoyo de los demócratas y los republicanos porque los argumentos son muy sólidos. Muchos republicanos me han dicho en privado, a mí y a mis colegas, que creen que lo que el presidente hizo está mal, pero simplemente no están seguros de que se hayan presentado hechos suficientes para que haya una causal de destitución. Delitos y faltas graves. Esta es la forma de hacerlo», dijo Schumer.

Pese a que los senadores están causando grandes inquietudes, todavía no hay muchas pruebas de que alguno de ellos vaya a ceder. Muchos se han negado a responder preguntas ahora que se están preparando para hacer de jurado, lo que dificulta evaluar cuan preocupados están sobre las acusaciones en contra de Trump.

Cuando se le preguntó si se estaba preparando para ser un jurado imparcial, Enzi contestó: «No voy a responder ninguna pregunta sobre el proceso de destitución».

Alexander dio una respuesta parecida una y otra vez cuando le preguntaron sobre el juicio; sin embargo, el lunes, 16 de diciembre, dijo: «Tenemos la responsabilidad constitucional de llevar un juicio justo y de ser imparciales en nuestra toma de decisiones y sería muy útil que ambos líderes se pusieran de acuerdo en cuál será el procedimiento».

Romney dijo que «pensaría bien» la propuesta de Schumer de llamar a testigos, pero no quiso decir de qué lado está . «No es que no tenga un punto de vista, es simplemente que no estoy dispuesto a compartirlo hasta que haya tenido la oportunidad de hablar con los demás, conocer su punto de vista; cuando tenga algo para ustedes, les contestaré», dijo a CNN.

Collins criticó a Schumer y a McConnell. Dijo que era «desafortunado» que Schumer publicara su carta antes de entablar negociaciones privadas con McConnell y agregó que McConnell no debió haber indicado que estaba coordinándose con la Casa Blanca.

«Cada senador tiene que decidir por su cuenta cómo abordar el tema. Ese no sería el enfoque que yo habría adoptado», dijo, refiriéndose a McConnell. «Las únicas personas a las que he consultado hasta ahora son los expertos del Servicio de Investigaciones del Congreso y tuve una sesión con ellos la semana pasada».

McSally no hizo comentarios cuando le preguntaron sobre el juicio de destitución.

El lunes, Ernst no dio indicios de que fuera a romper filas con Trump cuando dijo que no le interesaba un juicio de destitución con testigos. Les dijo a los reporteros que «entre más corto, mejor».

«Este es un ejercicio político —dijo Ernst—. Acabemos con ello de una vez».

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