Reventar granos no es precisamte la actividad más higiénica del mundo, pero hay personas a las que les gusta y hay una razón detrás de ello.

Hay personas incapaces de resistirse a la tentación de reventar granos de la cara o de cualquier otra parte del cuerpo. Contrario a lo que podría pensarse, el repugnante aspecto de un grano no es obstáculo para estas personas, quienes se deleitan escarbando el contenido de esa protuberancia en la piel.

Y es que el asco evolucionó para protegernos de las enfermedades infecciosas y los venenos, según Daniel Kelly, profesor de filosofía de la Universidad de Purdue y autor de un libro titulado Yuck! The Nature and Moral Significance of Disgust.

Cuando vemos excrementos o carne podrida, desarrollamos una reacción de asco que nos hace alejarnos de esas bacterias y microbios dañinos que a simple vista son imposibles de ver.

Pero ocurre algo curioso: a diferencia de los mocos, la sangre o cualquier otra sustancia corporal que nos causa repugnancia, hay toda una comunidad de personas que encuentran el estallido final de un grano extrañamente satisfactorio.

En un nivel básico, incluso los fanáticos de reventar granos sienten al menos un poco de asco. Todo depende de si el gozo de conseguirlo supera su repugnancia instintiva.

Un extraño placer en ver videos asquerosos

La razón de que haya personas que gustan de ver videos en redes sociales sobre granos reventando o doctores que sacan kilos de cerilla de las orejas de sus pacientes es un efecto similar a lo que pasa con el cine de terror.

Ver cómo le ocurre a otra persona a través de una pantalla es una manera de controlar el daño, pues el espectador no corre ningún peligro real de entrar en contacto con posibles patógenos.

La mente consciente puede responder inmediatamente con una sensación inicial de asco al ver un grano reventar, sin embargo, el cerebro de lagarto y las experiencias pasadas de no enfermar por el pus de los granos ayudan a reconocer la experiencia como algo carente de peligro.

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Una cuestión mental

Según un artículo publicado en 2021 en la revista Behavioural Brain Research, la reacción de cada persona al ver un grano reventar depende de su cerebro.

Científicos de la Universidad de Graz (Austria) pudieron a un grupo de 38 personas que disfrutaban de reventar granos y a 42 a las cuales es desagradaba esta acción, que vieran un total de 96 videos que mostraban el estallido de granos, fuentes de agua o limpieza con vapor.

Los videos de fuentes se utilizaron como controles porque el agua que sale de una fuente imita el pus que sale de un grano, según los investigadores, mientras que los videos de limpieza con vapor sirvieron como controles extrañamente satisfactorios.

Los investigadores pidieron a los participantes en el estudio que rellenaran una encuesta antes del experimento para determinar si disfrutaban con el estallido de los granos, su sensibilidad al asco y su sensibilidad a la recompensa y el castigo.

A continuación, los participantes vieron los vídeos mientras se medía su actividad cerebral en una máquina de resonancia magnética funcional (IRMf).

Esto encontraron los expertos

El equipo descubrió que las personas a las que les gustaban los videos de exprimir granos experimentaban una mayor sensibilidad a la recompensa, así como una mejor capacidad de regulación del asco, en comparación con las que no lo hacían.

En otras palabras, los aficionados a reventar espinillas eran más propensos a sentir excitación cuando se les recompensaba con la satisfacción de la salida de pus de un grano. Asimismo podían modular mejor la cantidad de asco que sentían mientras lo veían.

Esas cualidades autodeclaradas coincidían con lo que los investigadores descubrieron en la parte del estudio dedicada a las imágenes cerebrales.

Por otro lado, los dermatólogos afirman que por muy tentador que sea eliminar los antiestéticos granos, esto no se debe hacer. Reventar un grano rompe la piel y puede causar infecciones y cicatrices.

Los puntos negros y blancos deben dejarse en paz, aunque existen algunos tratamientos caseros, como el peróxido de benzoilo, que pueden ayudar a que desaparezcan más rápidamente.

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