Algo que vale la pena leer

Cosas y materiales

“Tiene mejor conocimiento del mundo, no el que más ha vivido, sino el que más ha observado”.

Arturo Graf

Cada vez se ha vuelto más común dejar de reflexionar sobre “el porqué de las cosas”. Sin embargo, durante miles de años gracias a ese cuestionamiento los seres humanos a través de la observación y el razonamiento hemos logrado evolucionar social, científica y culturalmente. Sabemos que cada etapa de la civilización, entre ellas, la edad de piedra, del cobre, del bronce y del hierro, fueron definidas por el empleo y uso particular de estos mismos materiales en sus procesos de construcción y uso de diversos objetos. Sería entonces que a partir del “proceso de fundición” la combinación de distintos materiales trajo como consecuencia el descubrimiento de otros. Esta técnica derivó, primero de la observación, y posteriormente, de la repetición en la práctica sobre el ejercicio de prueba y error. 

Un ejemplo que puso fin a la edad de piedra fue el descubrimiento de una roca verdosa llamada malaquita, misma que al calentarse a cierta temperatura se transforma en un metal brillante: El cobre, y desde entonces a la actualidad, este nuevo elemento transformó la historia. Posteriormente, la combinación de hierro y carbono creó el acero, y éste a su vez detonó una gran secuencia de aplicaciones de este metal en el crecimiento exponencial de la civilización. Incluso, ciertas culturas se distinguieron por crear un tipo de acero más resistente, como el samurái, con el cual se elaboraron sus famosas “catanas”. 

La recomendación literaria de esta semana “Cosas y materiales, la magia de los objetos que nos rodean” del científico, ingeniero y escritor británico Mark Andrew Miodownik, editorial Turner, nos cuenta porqué brillan los metales y es transparente el cristal; cómo es que el chocolate sabe tan bien; porqué algunos materiales duran miles de años y otros no, entre muchos otros datos interesantes  a través de un viaje al mundo microscópico para entender cómo se componen las herramientas, ropa, aparatos, joyas, alimentos y un inacabable etcétera.

Una lectura por demás interesante que vale la pena leer y nos ofrece nuevas maneras de mirar las viejas cosas.

Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.