Aquí en confianza

Lo niego todo

Justo cuando en la “Madre Patria” se afirmaba con suficiente recurrencia que la antes prolífica producción melódica de Joaquín Sabina había caído en un profundo bache, el original de Úbeda tuvo a bien recetarle al mundo el disco “Lo niego todo”; mismo que vio la luz en marzo del 2017 y cuyo primer sencillo – del mismo nombre – vino a convertirse en un referente entre los temas más íntimos del excepcional cantautor español. 

Cierto, quienes se asumen expertos en las lides faranduleras y uno que otro “sabinero” despistado, aseguran que la gran obra maestra del “flaco” fue “19 días y 500 noches” y que desde aquel lejano 1999, su carrera había entrado en una especie de impase; en un prolongado letargo del que solo se podía despertar con otra pieza de altura. 

Luego vino la reivindicación. Sabina reclamó para sí el lugar que le corresponde en el contexto de las artes. En cualquier sitio de mediana categoría musical podía escucharse sin reserva: “Ni ángel con alas negras ni profeta del vicio; ni héroe en las barricadas ni ocupa ni esquirol; ni rey de los suburbios ni flor del precipicio; ni cantante de orquesta ni el Dylan español…”. 

Así como en la canción “Tan joven y tan viejo” (1996), el magistral Joaquín se decidió a echar un vistazo al pasado con el propósito de – al menos en el papel – saldar alguna  cuenta pendiente. 

Sin embargo, negarlo todo no siempre resulta tan poético. 

Llegaron los últimos resultados respecto a la medición de la pobreza en México y, con ellos, los incendiarios discursos protagonizados tanto por tirios como por troyanos. La retórica de poco sirve cuando de alimentar a la familia se trata; eso lo saben bien los millones de mexicanos y mexicanas que pasaron a engrosar la terrible estadística, convirtiéndose en eso a lo que con indolencia  llaman “los nuevos pobres”. 

De acuerdo a cifras del CONEVAL, en 2020 nuestro país registró 55.7 millones de personas en situación de pobreza; 3.8 millones más que en 2018 (último año del anterior régimen). Dicho de otra forma, sí esta bendita tierra apenas supera los 126 millones de habitantes, entonces, ahora mismo, más de 44 por ciento de la población soporta una o más carencias sociales y cuentan con un ingreso menor al del valor de una canasta básica. 

Por si lo anterior fuera poco, la pobreza extrema (subrayo la palabra extrema) también sufrió un significativo incremento con respecto al 2018. Ahora 10.8 millones de personas enfrentan de tres a seis carencias sociales. 

Y hablando de las antes referidas carencias, la que presentó mayor variación entre el 2018 y 2020 fue la relativa al acceso a los servicios de salud. En este rubro la situación es aún mas alarmante, pues justamente en el año en que comenzó la pandemia que tiene en jaque a la humanidad, las cifra de personas que no cuentan con ninguna atención médica pasó de 20.1 millones a 35.7 millones; es decir, 15.6 millones de mexicanos dejaron de contar con servicios de salud. Lo anterior se explica de la siguiente forma: en 2018 el 42.1 por ciento de la población se encontraba afiliada al Seguro Popular; luego, este desapareció bajo el argumento de la corrupción y para el 2020 tan solo el 26.9 por ciento accedió a los servicios del INSABI. 

Como era de esperarse, el primer mandatario mexicano negó la situación al declarar: “No acepto el resultado de esa encuesta, tengo otros datos…. la gente tiene para su consumo básico y algo muy importante, no ha perdido la fe y estamos saliendo adelante”, sentenció el político macuspano.

Aquí en confianza, los niveles de desocupación y el encarecimiento de los productos indispensables han derivado en el menoscabo de los ingresos para las familias. Si de por sí, la última medición de la pobreza en México enciende todos los focos rojos, la negación de los hechos por parte de quien dirige los destinos de la nación es aun más preocupante. Estamos muy cerca de que la mitad (¡sí, la mitad!) de la población mexicana sea considerada dentro de los estándares de pobreza, por lo que se torna impostergable enfrentar de manera efectiva las causas del fenómeno; pero tal atención no llegará en la medida en que la autoridad federal continúe rechazando la veracidad de la problemática. Mientras no se acepte la realidad sobre la pobreza en México, las soluciones no se alcanzarán pues ni siquiera serán planteadas.

“Lo niego todo, incluso la verdad…” concluyó el extraordinario Joaquín Sabina. Ahí se los dejo para la reflexión.