Una buena y tres malas
No hay felicidad completa, se nos escucha decir resignados a los de la generación otoñal y anteriores cuando pretendemos dar algún consejo. Como es ya una costumbre en mi México di’oro una buena noticia (si es que la hay) viene acompañada de varias malas, por lo que el referido adagio parece aplicar en todos los ámbitos y, por supuesto, la protección al medio amiente no es la excepción.
La buena. Durante su participación en el Foro de las principales economías sobre energía y acción climática celebrado el 17 de junio pasado, el Presidente López Obrador anunció las acciones que llevará a cabo el gobierno a su cargo para combatir la crisis climática. Los compromisos asumidos por el Ejecutivo fueron presentados a través de un decálogo que incluye la generación de energías limpias; la construcción de dos parques solares en la frontera norte; la inversión de 2 mil millones de dólares (algo así como 40 mil millones de pesos) para reducir las emisiones de gas metano por parte de PEMEX, así como la modernización de 16 plantas hidroeléctricas. A pesar de su rechazo manifiesto a la política que impulsa la fabricación de autos eléctricos, el mandatario aseguró que se sumaría al compromiso colectivo para alcanzar – en 2030 – que el 50 por ciento de la producción vehicular la constituyan autos de cero emisiones contaminantes. Hasta aquí, el anunció arrancó el aplauso generoso del respetable y, tal vez por vez primera, tanto tirios como troyanos encontraron un lugar común para estrecharse las manos; sin embargo, como lo adelanté, no todo es miel sobre hojuelas.
La mala (1). Las obligaciones que recién se mencionaron fueron obtenidos tras semanas de cabildeo por parte de representantes del Gobierno de los Estados Unidos y de diecisiete empresas estadounidenses. Durante ese tiempo, el principal inquilino del Palacio Nacional recibió en varias ocasiones al embajador norteamericano Ken Salazar y, precisamente tres días antes de lanzar su decálogo, el Presidente fue visitado por el enviado especial de la Casa Blanca, John Kerry, a quien por cierto elogió profusamente durante su mensaje. Dice un buen amigo que “donde aprieta no chorrea” y tal parece que nuevamente el apretón llegó a nuestras tierras gracias al gentil patrocinio del Tío Sam.
La mala (2). En su momento, el mandatario nacional adelantó que daría a conocer un “plan sorprendente” con el que demostraría al mundo que México es uno de los países que más energías limpias produce; sin embargo, lo verdaderamente sorprendente es que el decálogo de marras prácticamente es una texto reciclado de la agenda del entonces candidato de Morena a la Presidencia de la República. La referida oferta medioambiental, dividida en doce puntos, fue presentada a finales de junio del año 2018 por Josefa González Blanco, quien a la postre encabezaría la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales. El proyecto llevaba por nombre “Yo AMLOVE mi tierra” y después de tres años y seis meses de gestión, los compromisos ahí contenidos no han sido cumplidos.
La mala (3). Aun cuando recién se mostró la intención de adherirse a la lucha contra el cambio climático, los proyectos insignia del actual actual régimen representan un significativo retroceso en la materia. El Tren Maya ha sido ácidamente criticado por organismos nacionales e internacionales toda vez que su construcción puede ocasionar la deforestación de más de 2500 hectáreas de selvas húmedas y secas. Por su parte, las emisiones de CO2 de la refinería de Dos Bocas en 20 años de operación equivaldrían a talar 183 millones de árboles, sin considerar las consecuencias por el derrame de residuos tóxicos en ríos y mares. De acuerdo al Instituto de Recursos Mundiales (WRI por sus siglas), el programa social “Sembrando Vidas” ha significado la pérdida de 73 mil hectáreas de bosques y pastizales; ello, pese a ser calificado por el Presidente como el plan de reforestación más importante del mundo. Como si lo anterior fuera poco, se dice que nuestro país camina en sentido contrario a los compromisos signados en el Acuerdo de París, en tanto que la matriz energética de México indica que las fuentes fósiles representan 89 por ciento de la oferta primaria de energía. Podría seguir, pero el espacio es breve.
Aquí en confianza, es evidente que Joe Biden impulsa desde su gobierno una ambiciosa agenda medioambiental, como también lo es el guiño que el mandatario mexicano lanzó a los vecinos del norte, asumiendo ante ellos las responsabilidades que acá no han sido cumplidas. En tanto, ¿seguiremos viendo como las noticieros y rotativos llenan sus espacios con notas sobre las inéditas olas de calor, incendios forestales interminables y sequía extrema en varias regiones? Por el bien de la humanidad, esperemos que esta vez los compromisos sean alcanzados.