¿Quién no ha ido a una celebración de cumpleaños de un adulto mayor – a veces no tiene que ser tan “viejo” – y ha escuchado la broma de “no le pongan tantas velas al pastel porque va a parecer incendio”? Aunque, siendo honestos, si con 10 velas en un pastel se le da cierto aire de piromanía al festejo, con 20 o 30 la broma está muy cerca de la realidad. Pero, si le hiciéramos un pastel al tiburón más viejo del mundo su pastel sí que parecería como que accidentalmente se está quemando.
Los tiburones dormilones son escualos pertenecientes a la familia Somniosidae, y se caracterizan por vivir en aguas frías con una distribución global y por la calma y lentitud con la que nadan, algo que contrasta con muchas de las especies de tiburones más populares, que son reconocidas por su agilidad.
Dos especies de estos tiburones habitan el hemisferio norte y están tan cercanamente relacionadas que pueden llegar a tener crías híbridas, estas especies son el tiburón dormilón del Pacífico (Somniosus pacificus) y el tiburón de Groenlandia (Somniosus microcephalus).
¿Dónde viven estos tiburones?
Ambas especies habitan regiones relacionadas a su nombre, el tiburón dormilón del Pacífico habita las profundidades de este enorme océano, mientras que el tiburón de Groenlandia se distribuye en las zonas polares del océano Ártico así como en la región norte del océano Atlántico.
Toleran temperaturas frías, por lo que su hábitat preferido y su potencial distribución en realidad podrían ser mucho más amplios. En 1971, un investigador planteaba la hipótesis de “sumersión tropical”, en la cual explicaba la posibilidad de que los animales habitaran aguas más someras mientras más cerca de los polos se encontraran – mayor latitud – mientras que más cerca del ecuador – menor latitud – preferirían aguas más profundas.
Este par de especies se ajustan muy bien a esta hipótesis, ya que el tiburón de Groenlandia nada a profundidades reportadas en Noruega y Canadá entre 111 y 320 metros, mientras que en las aguas del Golfo de México se observó a un híbrido de estas especies a una profundidad de 1800 metros, además de dos individuos en el Caribe cuya especie no se pudo determinar pero que se encuentran también en estas profundidades abrumadoras y, en general, desconocidas para el humano.
¿Cómo sabemos su edad?
Algo que caracteriza a estos tiburones es su “velocidad”. Pero al hablar de velocidad no solo nos referimos al movimiento, sino también a su crecimiento y envejecimiento. Una de las primeras formas en la que los biólogos intentaron determinar su edad fue por medio de su tamaño.
Estudios realizados en el tiburón de Groenlandia han comprobado que crecen a una tasa aproximada de entre 0.5 a 1 centímetro al año. Considerando que pueden llegar a medir más de 6 metros, si la relación de crecimiento y edad se mantenía a lo largo de su vida, esto querría decir que los individuos más grandes podrían tener edades de más de 500 años – recién nacidos miden entre 38 y 42 cm -.
Pero, una determinación más precisa se realizó en 2016 cuando se dataron con carbono 14 proteínas que están en las lentes oculares de estos escualos. Las muestras se obtuvieron de tiburones muertos que lamentablemente quedan atrapados en redes de pesca. Gracias a esta técnica pudieron determinar por ejemplo que los especímenes más pequeños habían nacido a inicios de la década de 1960 – debido a un “extra” de carbono en los cristales, consecuencia de las pruebas atómicas de los ‘50 -.
Con estos tiburones jóvenes como base se pudo saber que los individuos más viejos tenían aproximadamente 392 años, con un rango de error de 120 años. Es decir, cuando menos su pastel tendría que tener 270 velas y cuando mucho más de 500. Además, el estudio contribuyó a saber que la especie no alcanza la madurez sexual hasta pasado su primer centenario de vida.
Con esto, el tiburón de Groenlandia tiene, al menos de momento, el título de el vertebrado más viejo en el planeta. Este honor anteriormente pertenecía a la ballena de Groenlandia (Balaena mysticetus), la cual puede llegar a los dos siglos de edad.
¿Esto quiere decir que la clave de una vida larga está en vivir en Groenlandia? No necesariamente, pero queda claro que el rango helado de temperaturas en las cuales habitan es parte fundamental de esta longevidad. El Dr. Shawn Xu, genetista en la Universidad de Michigan observó en un estudio en 2013 con nemátodos que el frío activa genes antiedad que le permiten a los seres vivos extender su esperanza de vida; además, las moléculas encargadas de esto, se han conservado evolutivamente a lo largo del reino animal.
A pesar de estos descubrimientos aún falta conocer si existen individuos todavía más viejos que simplemente se encuentran a profundidades más grandes, pero, sin lugar a dudas, teniendo en cuenta el número de velitas que tendríamos que poner, el pastel de este sorprendente tiburón efectivamente parecería incendio.
Muy Interesante México