De la Estatua de la Libertad al diamante Taj Mahal: los regalos más famosos de la historia

El acto de regalar es una práctica extendida en todas las culturas, en todos los rincones, en todas las épocas, aunque no es exclusiva del hombre. Algunos animales, como los gatos o los cuervos, acostumbran a hacer regalos a quienes les procuran alimento. Quizá no parezca demasiado desinteresado, pero tampoco en el caso del hombre, porque nunca ha sido fácil distinguir los regalos de las meras transacciones comerciales, y menos en la actualidad. Puede ser una de las causas de que una acción tan antigua e intrínsecamente humana haya sido poco estudiada. De hecho, el primero en abordar un estudio en profundidad sobre el acto de regalar fue el antropólogo francés Marcel Mauss, en el primer cuarto del siglo XX.

Una acción espontánea y desinteresada no requiere fechas, pero los convencionalismos sociales han terminado marcando el calendario. La Navidad es el mejor ejemplo. Su origen se remonta a la celebración del solsticio de invierno en el hemisferio norte, a finales de diciembre. Es una celebración ancestral, que aprovechaba el recogimiento tras la época de cosechas para hacer ofrendas a los dioses en agradecimiento por los frutos recogidos. Son las Saturnales de la época romana, y con la caída del Imperio Romano, la religión católica asimiló la fecha y muchos de sus rituales. Aunque el día exacto del nacimiento de Jesús, que conmemora la Navidad en los países de influencia católica, no aparece ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento, la convención de fijar el 25 de diciembre se realizó siglos después. Así perduró durante siglos, con mayor o menor esplendor o austeridad, hasta el siglo XIX. Y ya en el XX se desató la locura. Esa costumbre ancestral de intercambiar regalos, adornar e iluminar la casa, y celebrarlo todos juntos alrededor de una buena mesa, encajaba como un guante en nuestra sociedad de consumo.

Ya sea una prueba de cariño, amor o gratitud, la aceptación de una convención social, o una mera demostración de estatus, la tradición de regalar encierra historias de lo más jugosas. Un regalo fue el Taj Mahal -póstumo, eso sí-, del emperador Shah Jahan a su esposa favorita, Mumtaz Mahal, tras morir en el parto de su decimocuarto hijo. Y la Estatua de la Libertad, regalo del pueblo francés al pueblo estadounidense en 1886, para conmemorar el centenario de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y -no nos engañemos- para garantizar la alianza política y comercial franco-estadounidense.

Liz Taylor, la reina del regalo

Elizabeth Taylor y Richard Burton

A la historia de los regalos ha pasado por derecho propio Elizabeth Taylor. Nadie ha recibido regalos tan sonados como ella, de sus ocho maridos. El primero, el anillo de compromiso que le regaló Richard Burton, con el diamante Krupp en talla asscher engarzado. No fue la única joyan ‘con historia» que Burton regaló a la actriz. Para su 40º cumpleaños, el actor regaló a la actriz británica el Taj Mahal, un diamante en forma de corazón montado en un marco de oro con diamantes y rubíes y reverso de jade que se sujeta con un cordón de seda, una joya legendaria con más de 400 años de antigüedad.

La pareja Jolie-Pitt también dejó grandes momentos. Angelina Jolie regaló en 2013 a su entonces marido Brad Pitt una isla privada con forma de corazón, Isla Petra, cerca de Nueva York, con una residencia diseñada por Frank Lloyd Wright. La isla, por la que pagó 19 millones de dólares, está hoy a la venta por una cantidad sensiblemente inferior, y se alquila por 40.000 dólares semanales.

Cada vez más, las celebrities de nuevo cuño se esfuerzan por destacar en esta loca carrera de sorprender al ser querido -o al mundo, no está claro en qué orden-, y especialmente en estas fechas. En las Navidades de 2018, el cantante estadounidense John Legend dio la campanada con una enorme rueda de queso para hacer pasta que le regaló a su mujer, la modelo y foodie Chrissy Teigen. Veremos con qué nos sorprenden este año.

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