Defender al campo

Hace dos semanas, el gobierno de Estados Unidos decidió suspender la importación de ganado desde México debido a la detección de casos del gusano barrenador en la frontera sur de nuestro país. 

Esta medida ha causado una profunda preocupación en el sector ganadero nacional, sobre todo porque, además de afectar directamente a miles de productores, se trata de una decisión —a nuestro juicio— unilateral y desproporcionada. 

Como senador de la República y presidente de la Comisión de Seguimiento al T-MEC, no minimizo los riesgos sanitarios ni desestimo las preocupaciones legítimas de nuestros socios comerciales. Por el contrario, México ha demostrado en todo momento un alto grado de compromiso con los estándares internacionales de sanidad animal. 

El país ha actuado con responsabilidad y prontitud cada vez que se ha detectado un brote, siguiendo todos los protocolos establecidos de manera bilateral. Así lo ha explicado la presidenta Claudia Sheinbaum: en todos los casos se ha actuado con oportunidad y conforme a los acuerdos técnicos suscritos con Estados Unidos.

Suspender toda la importación de ganado sin agotar primero las vías de cooperación técnica y el diálogo binacional —con el que ya se había avanzado de manera significativa a partir del último brote identificado— es un paso que no contribuye a construir una relación comercial de confianza.

El caso del gusano barrenador, como otros, es un problema que requiere una mirada integral y coordinada, no sanciones precipitadas.

Desde el Senado hemos mantenido diálogo con representantes del sector ganadero y autoridades federales. Sabemos que el impacto es fuerte, especialmente en estados como Nuevo León, donde gran parte de nuestra exportación ganadera se dirige al norte. 

Desde un inicio, hemos buscado espacios de diálogo y mesas de trabajo con sectores públicos y privados del ramo, con el objetivo de plantear rutas alternativas que nos permitan mantener la competitividad del sector sin comprometer la sanidad y la calidad de nuestro ganado. Sobre todo, buscamos siempre el mejoramiento de protocolos y medidas sanitarias.

Al mismo tiempo, esta crisis representa una oportunidad para fortalecer nuestras cadenas de valor internas. México cuenta con una capacidad agropecuaria formidable, pero es necesario seguir invirtiendo en bioseguridad, trazabilidad, control sanitario y vigilancia epidemiológica. La transformación del sector no debe responder solo a las tensiones comerciales, sino a una visión de largo plazo, donde la sanidad animal sea una prioridad de Estado.

Es importante mencionar que ni el Gobierno mexicano ni el Senado de la República dejarán solos a nuestros productores ganaderos. Sabemos de primera mano la importancia que el sector tiene no sólo para las familias ganaderas, sino para comunidades y municipios completos. 

Vamos a fortalecer los mecanismos de apoyo a la producción nacional, impulsar esquemas de certificación y sanidad más sólidos, y acompañar al Ejecutivo en su interlocución con el gobierno estadounidense para resolver este conflicto cuanto antes.

La defensa del campo mexicano no puede ni debe hacerse con acciones abruptas ni medidas unilaterales, sobre todo cuando se trata del principal socio comercial de ambos países. En ese sentido, lo que necesitamos es voluntad, profesionalismo y mucha coordinación y cooperación. 

Lo que México necesita es un enfoque común con sus socios, con base en la ciencia y el interés mutuo. 

Desde el Senado, estamos comprometidos con una respuesta integral que resuelva el conflicto con responsabilidad, sin ceder soberanía ni dignidad. La historia de nuestro país nos ha enseñado que, ante la adversidad, la unidad y la firmeza rinden mejores frutos que la confrontación vacía. Hoy toca defender al campo, proteger a nuestros productores y fortalecer la confianza en el comercio bilateral.