Del furor a la tragedia: los antecedentes del 2 de octubre de 1968

Protestas estudiantiles y el rechazo de un gobierno empecinado con sus planes olímpicos fueron algunos de los antecedentes históricos del 2 de octubre de 1968.

Todo comenzó con una tarde normal. Estudiantes de las vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN) se enfrentaron con parte del alumnado de la Escuela Preparatoria Isaac Ochoterena, incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Las calles cercanas a la Ciudadela, en el corazón de la Ciudad de México, se convirtieron en escenario de uno de los antecedentes que llevaron a los eventos del 2 de octubre de 1968, una de las jornadas más tristes en la historia de México.

Pero ¿cómo un enfrentamiento que parecía motivado por cuestiones tan cotidianas como el resultado de un partido de tochito o la histórica rivalidad entre dos instituciones educativas terminó en una de las matanzas más grandes en los registros del país? ¿Cómo el México que se preparaba para mostrar su modernidad ante el mundo con la celebración de los Juegos Olímpicos terminó asesinando a aquellos que construirían su futuro?

¿Cuáles fueron los antecedentes del 2 de octubre de 1968?

1968. El mundo se encaminaba hacia el final de la década en medio de manifestaciones políticas, sociales y culturales. Sin importar en qué países se desarrollaran las concentraciones, la petición principal era universal: libertad. Mientras en Estados Unidos, grupos de jóvenes pedían el fin de la intervención en Vietnam y los resultados de un movimiento civil que buscaba la equidad racial iniciado por el recientemente asesinado Martin Luther King; en España, los universitarios mostraban su abierta oposición a la dictadura de Francisco Franco.

En Francia, por su parte, una serie de protestas encabezadas por grupos estudiantiles tomaron las calles de París durante los meses de mayo y junio. Criticaban al capitalismo, el autoritarismo, los partidos políticos, la universidad y la división de clases. En sus marchas, las consignas “Abolición de la sociedad de clases” y “Fin a la universidad” fueron coreadas por estudiantes y otros grupos que se sumaron a sus reclamos: obreros, trabajadores sindicalizados y personas afines al comunismo. Tras una de las huelgas más importantes en la historia de Europa, el gobierno de Charles de Gaulle cedió a escuchar sus propuestas e incluso puso a votación su estadía al frente de la presidencia francesa por miedo a una revolución social.

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Ludwig Binder Haus der Geschichte / Wikimedia, vía CC BY-SA 2.0

El furor de una juventud que buscaba dejar de estar dominada por su pasado e imaginar un futuro diferente había desatado una ola de manifestaciones en todo el mundo: AlemaniaArgentinaChecoslovaquiaItaliaSuizaUruguayMéxico. Los ideales liberalesanticapitalistasfeministas y socialistas comenzaban a flotar en el ambiente.

México, 1968

Aunque los movimientos estudiantiles desatados en Europa no eran ajenos para los universitarios mexicanos –siempre interesados en luchas sociales–, las preocupaciones generales de la juventud mexicana se enfocaban en cosas más mundanas. Prueba de ello eran las tardes en la capital, donde adolescentes y adultos jóvenes hacían su vida sin contratiempos. Todo eso cambió la tarde del 22 de julio, después de que un partido de futbol americano callejero terminara mal.

La riña en la Ciudadela

La tranquilidad que rodea a una de las principales plazas públicas del Centro Histórico de la Ciudad de México se vio interrumpida por gritos y golpeteos. Tras un año de roces continuos, estudiantes de las vocacionales 2 y 5 se enfrentaron con los alumnos de la preparatoria Maestro Isaac Ochoterena. El pretexto, según los libros de Historia, fue el resultado de un partido callejero. El asunto escaló. Los estudiantes del IPN corrieron con palos y piedras hasta las instalaciones de la escuela incorporada a la UNAM, ubicada en Lucerna #35. Se rompieron vidrios, puertas y personas resultaron heridas. En solo unos minutos un problema aparentemente juvenil se había convertido en una trifulca que afectaba a las dos entidades educativas más grandes del país.

Al día siguiente, los alumnos de las preparatorias 2, 4 y 6 de la UNAM respondieron al ataque politécnico apedreando a estudiantes de la vocacional 2. Según testigos, en el grupo represor había porrospandilleros y golpeadores profesionales. Las agresiones se extendieron a otras calles de la colonia Juárez. El gobierno, preocupado por encontrarse ante el inicio de movilizaciones estudiantiles en México, decidió actuar. Solo unos minutos después de los primeros ataques, el 19º batallón de granaderos de la policía del Distrito Federal escoltó a los estudiantes del Politécnico de vuelta a sus aulas.

La toma de las vocacionales 2 y 5

Unas calles más adelante, alumnos del IPN respondieron a las provocaciones que los oficiales les hacían. El resultado fue brutal. Reportes de la prensa aseguran que los miembros del batallón de granaderos realizaron detenciones ilegales y golpearon a los jóvenes en la calle. Esa misma tarde, representantes de la autoridad entraron a las instalaciones de la voca 5 y la voca 2, haciendo uso excesivo de la fuerza en contra del alumnado presente. Sangre, mobiliario destruido y bombas de gas lacrimógeno cubrieron los pasillos de la escuela.

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Héctor Gallardo / Wikimedia, vía CC BY-SA 4.0

El rechazo de la comunidad estudiantil nacional fue unánime. Ante las acciones de la policía, el Instituto Politécnico Nacional convocó a un paro nacional y un mítin en el Zócalo. Las preparatorias 1, 2 y 3 de la UNAM, así como la Universidad Chapingo y la Escuela Normal de Maestros se unen las protestas. Durante la tarde del lunes 29 de julio, cientos de estudiantes y representantes de la sociedad civil marcharon con dirección a la Plaza de la Constitución. Desafortunadamente, la jornada no pudo terminar con saldo blanco.

La explosión en San Ildefonso y la violación a la Autonomía Universitaria

El fuego causado por un autobús en llama resplandeció en las calles aledañas al Centro Histórico. Los estudiantes habían tomado por asalto a la ciudad y se habían hecho escuchar con fervor. Sin embargo, el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz no se quedaría con los brazos cruzados. Ante el número de protestantes, el Ejército fue enviado con una sola misión: reprimir la movilización.

Al caer la noche, soldados destruyeron la puerta de entrada de la Escuela Nacional Preparatoria 1 (hoy Colegio de San Ildefonso) y entraron con intención de tomarla, una clara afrenta a la Autonomía Universitaria. Aunque las autoridades justificaron sus acciones y responsabilizaron de los destrozos a los estudiantes, el golpe fue notable al interior de los colegios nacionales. Julio terminó con la condena del rector de la UNAM, el ingeniero Javier Barros Sierra y la unión de las instituciones de educación superior. La Bandera Nacional ondeó a media asta en Ciudad Universitaria.

El Consejo Nacional de Huelga (CNH) y las represiones estudiantiles

Quizá uno de los antecedentes del 2 de octubre de 1968 que suelen ser olvidados fue la constitución del Consejo Nacional de Huelga, organizado por representantes de todas las escuelas universitarias del país. Esta entidad, además de redactar el primer Pliego Petitorio del movimiento estudiantil mexicano, se encargó de organizar algunos de los paros más importantes de la época: el del 13 de agosto, apoyado por la Universidad Iberoamericanael Colegio de Méxicola Universidad del Valle de México y otras asociaciones en paro, y la del 27 de agosto, donde el Zócalo se iluminó ante la presencia de más de 400 mil protestantes. “Únete pueblo” era su lema.

2 de octubre de 1968 antecedentes en tlatelolco
Héctor Gallardo / Wikimedia, vía CC BY-SA 4.0

Aunque los reclamos del colectivo eran válidos, el presidente Díaz Ordaz y su segundo al frente, Luis Echeverría, consideraban al levantamiento de los estudiantes como una afrenta al gobierno; una insurrección a las instituciones mexicanas. Un peligro para los Juegos Olímpicos de los que el país sería sede en octubre. La respuesta de un gobierno atemorizado de sus gobernados fue enviar al ejército a las calles. El 28 de agosto, tanques y soldados retomaron el control del Centro Histórico y comenzaron una tropel de detencionesdesapariciones forzadas y ataques a quienes protestaban en el lugar. La petición por liberar a presos políticos era cada vez más fuerte.

La toma de Ciudad Universitaria

El ambiente se leía tenso. Durante su cuarto Informe de Gobierno, Díaz Ordaz lanzó una advertencia al ya consolidado Movimiento Estudiantil de 1968: “Tenemos la obligación de impedir la destrucción de las fórmulas esenciales, a cuyo amparo convivimos y progresamos”. Parecía que la presidencia estaba lista para tomar las armas. 17 días después, el 18 de septiembre, las fuerzas armadas realizaron un ataque silencioso a Ciudad Universitaria, campus principal de la UNAM y punto de encuentro para los protestantes. Edificios del Instituto Politécnico Nacional también fueron tomados por el ejército.

movimiento estudiantil de 1968
Héctor Gallardo / Wikimedia, vía CC BY-SA 4.0

El rector Barrios Sierra es acusado por diputados del partido en el poder de fomentar un levantamiento en contra del gobierno. Los alumnos en paro eran vistos como insurrectos. La felicidad que años antes había causado la elección de la Ciudad de México como sede de los Juegos Olímpicos de 1968 se había convertido en una carga más sobre los hombros de aquellos que luchaban contra la represión y las conductas autoritarias de Gustavo Díaz Ordaz. Ante la toma de C.U. y los campus de Santo Tomás y Zacatenco del IPN, el CNH llamó a una movilización masiva en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco. La fecha en la que se realizaría el mitin quedaría marcada para siempre en la historia nacional.

¿Qué pasó el 2 de octubre de 1968?

Con la rápida salida de los militares de Ciudad Universitaria como uno de sus antecedentes, el 2 de octubre de 1968 se realizó una asamblea en Tlatelolco. Mientras representantes del Consejo Nacional de Huelga y líderes del movimiento estudiantil hacían uso del escenario, elementos del ejército y el Estado Mayor Presidencial caminan entre los protestantes o los miran desde las azoteas de los edificios Tlatelolco y Nonoalco. Hay entre 10 mil y 15 mil personas reunidas.

A las 17:55 horas, una serie de luces de bengala salieron disparadas hacia el cielo capitalinoElementos del Batallón Olimpia, identificados por portar un guante blanco en la mano izquierda, sacaron sus armas y comenzaron a disparar contra los estudiantes. Dos horas después, hay cuerpos tirados y sangre derramada en la zona. Los casquillos aparecen y desparecen en el lugar. Algunos estudiantes continúan detenidos en los edificios cercanos a la Plaza de las Tres Culturas. Otros fueron llevados al Campo Militar Número Uno. Unos más desaparecieron para nunca volver a ser vistos. Se estima que más de 300 personas murieron esa noche.

El año de celebración había terminado antes de tiempo. El futuro del México contemporáneo había sido desaparecido, asesinado o silenciado entre barrotes.

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