EDITORIAL: El populismo de AMLO es similar al de Trump

El populismo se explica bien con un término en inglés: el efecto trickle-up. Este término se usa comúnmente en las tendencias de la moda. Durante casi todo el siglo XX la moda la dictaron las clases altas, o las estrellas del show bussines, o los fifís que representaban la cresta de la ola social. Hasta que los sectores populares se impusieron gracias a su condición masiva.

El trickle-up significa la obsesión de los gobernantes por fingen ser parte de las masas: hablan como ellas, se conduce como ellas, y acomodan sus gustos a los de ellas. A Donald Trump le vale ser parte de la élite financiera de New York (el núcleo poblacional más sofisticado de EUA); según él, le atrae la lucha libre, los concursos de belleza, los reality shows y el pastel de carne. No importa si de verdad estos son gustos personales de Trump o solo son poses advenedizas: importan sus resultados prácticos.

A AMLO, populista de corazón, le gustan los trajes mal cortados, las consultas ramplonas, las comidas en las fondas, la falta de protocolos, las aerolíneas low-cost y odia a los guaruras y al Estado mayor: es un fiel seguidor del trickle-up.

A Trump le encanta seguir una de las modalidades del trickle-up, o sea, el gusto por usar prendas básicas de bajo costo. Trump usa un bisoñé de mala calidad, trajes muy convencionales, vocabulario elemental, maneras muy distantes al refinamiento. Aspira a identificarse con las masas para que estas se identifiquen con él. De esta manera se ganó la aceptación del norteamericano medio, con sus prejuicios, ignorancia y provincialismo. Imitó a la mayoría para que la mayoría lo imité a él.

El trickle-up inspiró a Trump y a AMLO para que el elector común los vieran como símbolos aspiracionales o modelos a seguir. Así, manipularon en su campaña presidencial la identidad social, hasta ajustarla a sus intereses personales. En la vulgaridad de Trump y de AMLO se eliminan las diferencias individuales: todos son las masas y uno mismo. El populismo y el trickle-up son algo más que una tendencia política: son el uso del poder hasta llegar a la xenofobia, al proteccionismo, al paternalismo estatal y al odio al fifí. Sus efectos en México están aún por verse.