#EDITORIAL: Enrique Krauze: de intelectual a propagandista

Para hacer propaganda se vale de todo. Ningún propagandista tendría reparos en manipular cifras, deformar teorías políticas, o inventar fake news. Y el calumiador es un propagandista: también difunde ideas, o remedos de ideas. Muy su asunto. Yo no tengo madera ni estómago para eso.

Enrique Krauze es un propagandista. Fue ingeniero civil, luego historiador, luego politólogo. Pero siempre se ha esmerado en ser propagandista bien pagado y mejor posicionado. Qué bueno. Allá él. Cada quién vive como puede y de donde puede. Y no seré yo quien use la ética para criticar el modo de vida de Krauze. Ahora cualquier hijo de vecina se llena la boca con la planta ética para embestir adversarios: “tú eres ratero, no tienes valores, eres corrupto, te vendes al mejor postor, no vales madre, etcétera”. Y así se ahorran la molestia de pensar, argumentar y rebatir.

Como propagandista (que no intelectual), Krauze puede recurrir al psicoanálisis para criticar a AMLO, a la historia patria o incluso a la crítica literaria (lo ha hecho dizque analizando los libros publicados por AMLO en su faceta de escritor; libros a los que yo no dedicaría ni un solo párrafo porque no valen la pena).

Ahora bien, ya es otro cuento que tanta referencia intelectualoide o pedante de Krauze le esté funcionado para criticar a AMLO. Yo creo que esa chalpaqueada académica francamente le sale sobrando. Decir que según Freud, AMLO es un psicópata, o un sociópata o un loco de atar, no ayuda mucho al Krauze propagandista. Primero porque se sale de su campo de estudio (no es doctor en psiquiatría, ni nada que se le parezca). Y segundo, porque esa tipificación simplona contra el Presidente ya la han usado antes que él, muchos otros. O sea, no es nada original aunado a que Krauze no es perito en la materia.

Pero donde Krauze sí se vuela la barda, es en su comentario frívolo de que AMLO es un seguidor del teórico nazi Carl Schmitt. No tanto porque AMLO sea o no nazi (lo dudo muchísimo por más retortijones que le haga a mi imaginación), sino porque Schmitt, a quien leí en la Facultad de Derecho por recomendación de mi maestro Ernesto T. Araiza, no era nazi. Y yo por  muchos años me declaré lector de Schmitt que es como ser lector de Hobbes pero en el ámbito del derecho.

Simplificar así las teorías jurídicas de Schmitt (son más de cinco que urdió en su larga y gloriosa vida de más de noventa años), es un abuso de Krauze. Ya simplificó hace unas semanas a Freud, ahora la toma con Schmitt, ¿con quién seguirá la próxima semana? ¿Zoroastro? ¿Hermes Trismegisto? Y viene lo peor: al llevar la propaganda a límites tan desaforados, Krauze roba espacio público a quienes sí criticamos fuertemente a AMLO no en calidad de propagandistas, sino asumiendo el noble pero vituperado oficio de periodista. Que mejor se haga a un lado Krauze con sus propagandas delirantes, para dar paso al periodismo a secas. O mínimo que no se meta con Schmitt, y si lo hace, que sepa que quien se lleva se aguanta.