EDITORIAL: Un chayotero asqueante: Héctor Hugo Jiménez

Un personaje de farsa sólo puede dejar de ser anónimo cuando se vuelve símbolo de la corrupción, del vil chayote.
Y Héctor Hugo Jiménez es el símbolo local, provinciano, de la peor corrupción periodística, es decir, del vil chayote.
Desde Reynosa descarga su mediocre pluma para difamar a quien no lo centavea, a quien no lo maicea.
Ha poblado su mediocre carrera con mentiras, chantajes, calumnias, que pretende disfrazar con periodismo, con un currículum que no es más que cúmulo de antecedentes falseados, inflados, exagerados.
Se arrastra en las orillas del poder político, rasguña aquí y allá, ofende a sus colegas de los medios porque no le rinden pleitesía, porque no le atienden las llamadas, porque no lo reciben.
Todo desde la trinchera invisible del anonimato, bajo pseudónimos, con autoelogios descarados, fácilmente parodiables.
Sujetos como él ridiculizan una profesión que es digna y honrosa por más que pretenda mancillarla con sus críticas efímeras, con sus textos basura.
Este personaje vive en las tinieblas del rencor, del desequilibrio emocional, de la nula autoestima, de la envidia, de la soledad miserable.
Desperdicia sus escasas habilidades de reportero para inventarse enemigos, de igual forma como inventa encuestas, como inventa reportajes, como inventa información.
Es como los pollos pelones cuando no reciben su maíz.